Wilfredo MendozaWilfredo Mendoza

Tenía en mente escribir un recuento sobre lo acontecido el pasado año. Sin embargo, en lugar de compartir sobre tantos impresentables como Manuel Merino, el fugaz presidente, con apenas 5 días en el poder, o peor, de los 130 congresistas actuales, que no dan pena, son de lo peor, porque en lugar de, mediante leyes, subsanar los graves problemas existentes, acaban por generar más caos; si no, veamos el barullo que han ocasionado con la nueva ley agraria.

Vayamos, Catalina, a otra parte. Hace apenas unos días, por las redes sociales me enteraba de la muerte del compositor y cantante Armando Manzanero, el pequeño gigante, quien nos enseñó que la magia del amor y la música van de la mano y nos ayudan a sobrellevar la carga de tanta muerte y dolor que nos acaba de dejar, y presumo que proseguirá este 2021.

Quizás la canción más emblemática de Manzanero sea Adoro, con una letra tan sencilla como directa, sutil para enamorar y enamorarse. Así es la vida. En los caminos que vamos andando y desandando de tanto en tanto…

Conocí al maestro allá por el año 90, cuando gracias a diario Correo de Piura llegó para una presentación artística, y pude entrevistarlo con mi amiga Mariela Barrientos. Han pasado tantos años y la memoria me falla, pero sí recuerdo con nitidez su sencillez, su carisma, su don de gente, y sobre todo su humildad. En él, pese a ser famoso, no asomaba ni un solo atisbo de soberbia, como tanta gente, que, sin ser nada, se cree la última Coca Cola del desierto.

“Esperaré a que sientas lo mismo que yo,
a que a la luna la mires del mismo color,
esperaré que adivines mis versos de amor,
a que en mis brazos encuentres calor.
Esperaré a que vayas por donde yo voy,
a que tu alma me des como yo te la doy,
esperaré a que aprendas de noche a soñar,
a que de pronto me quieras besar”.

Esperaré. La escuché ese inolvidable día, con su inseparable piano, cuyo recuerdo lo tengo vivo, como si fuera ayer, porque las canciones del maestro son un himno al amor, al perdón, al desamor, al olvido, a creer que pese a todo, este sentimiento sigue siendo el motor que mueve al mundo.

No tengo la menor duda de que el cantante mexicano, pese a su ausencia física, sigue presente, porque en estos días grises y fríos nos seguirá conmoviendo, hasta hacernos llorar de pena o alegría, qué más da. Gracias, don Armando, en este día triste en que escribo de usted en pasado y no en presente como me hubiera gustado.

“Esta tarde vi llover
Vi gente correr
Y no estabas tú
La otra noche vi brillar
Un lucero azul
Y no estabas tú
La otra tarde vi
Que un ave enamorada
Daba besos a su amor ilusionada
Y no estabas tú…”

No importa, te sigo esperando por siempre, bajo esta persistente lluvia de verano, y las gotas se van diluyendo en una infinita tristeza. La vida continúa, como este texto que me niego a culminar. El fondo son las eternas melodías de Manzanero. Punto.

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