La píldora masculina: la ciencia busca equilibrar la balanza anticonceptiva

La píldora masculina: la ciencia busca equilibrar la balanza anticonceptiva

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pastillas anticonceptivas para hombres

Durante décadas, la responsabilidad de la anticoncepción recae casi exclusivamente sobre las mujeres. Hoy, la investigación médica avanza hacia una píldora anticonceptiva para hombres que promete eficacia, reversibilidad y una nueva mirada de igualdad en la salud sexual

Desde los inicios de la humanidad, la ciencia y la medicina han sido diseñadas, en gran parte, “por y para los hombres”. Las mujeres, históricamente relegadas a un segundo plano, se han visto obligadas a adaptarse a tratamientos y dosis estandarizadas que no siempre consideran sus diferencias fisiológicas. Un ejemplo claro es el paracetamol: mientras que la dosis máxima segura para una mujer debería ser de 650 mg, se receta comúnmente 1.000 mg, aumentando los efectos secundarios. Este sesgo de género tendría consecuencias visibles, como el retraso en el diagnóstico de enfermedades cardiovasculares en mujeres, cuyos síntomas suelen ser distintos a los de los hombres.

En el campo de la anticoncepción, la desigualdad también persiste. Hoy, los hombres solo cuentan con dos opciones: el preservativo y la vasectomía, mientras que las mujeres disponen de una amplia gama de métodos hormonales y quirúrgicos que, aunque eficaces, pueden causar efectos secundarios importantes. Frente a este panorama, la ciencia busca una alternativa que equilibre la carga de la responsabilidad anticonceptiva: la píldora masculina.

Los primeros ensayos en animales han mostrado resultados prometedores. Una píldora oral para hombres logró una efectividad del 99% en ratones, provocando una esterilidad reversible al inhibir la movilidad de los espermatozoides. Pasadas entre cuatro y seis semanas, los animales recuperaron su fertilidad sin daños aparentes. Sin embargo, el reto científico continúa. Los estudios actuales intentan evitar los efectos secundarios derivados de la inhibición de la testosterona, como el aumento del colesterol, la depresión o la ganancia de peso.

Mientras tanto, millones de mujeres en el mundo siguen enfrentando las secuelas de los anticonceptivos hormonales: alteraciones hepáticas, coágulos, cefaleas y cambios de ánimo, entre muchos otros. La necesidad de un método masculino no hormonal y seguro se vuelve, entonces, una cuestión de justicia médica y equidad de género.

La píldora masculina no solo representaría un avance científico, sino también un paso simbólico hacia una nueva forma de corresponsabilidad en la salud sexual. Porque prevenir embarazos no debería ser “cosa de mujeres”, sino una decisión compartida, informada y equitativa.

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