Hace un tiempo, una entidad peruana organizó un evento de innovación en el que participé. Aunque asistieron representantes de diferentes países, el equipo organizador cometió un error catastrófico: ofrecer café instantáneo y café importado. El papelón fue grande, pero el desconocimiento sobre nuestros productos fue mayor.
Para que no cometas el mismo error. Hoy te cuento de dos cafés sostenibles peruanos que demuestran por qué debemos valorar lo nuestro. Si tienes invitados internacionales, olvídate de marcas extranjeras: elige un café 100 % peruano y presume de su excelencia.
El café en Perú se produce principalmente en la vertiente oriental de los Andes, en departamentos como Amazonas, San Martín, Cajamarca, Junín, Cusco, Huánuco, Puno, Ayacucho, Ucayali, Pasco, Lambayeque, Piura, y La Libertad. Las regiones de Chanchamayo y las tierras altas del norte de Amazonas y San Martín son áreas destacadas por su producción cafetalera. Ahora bien, todos los cafés peruanos me gustan y me parecen riquísimos, pero hoy voy a escribir sobre dos cafés sostenibles del Perú.
Café Mishqui Huayo es un ejemplo. En 2024, gracias a su venta, donamos libros a una escuela de San Martín, demostrando que las empresas pueden generar impacto social positivo en su zona de influencia. Ahora, para 2025, se suma Forest Coffee con un reto ambiental: sembrar 10.000 árboles en la Amazonía. Junto a Jhonny y Soledad, planeamos procesar y vender 50 toneladas mensuales de café tostado para exportación y consumo interno, respaldando así su meta ecológica.
Forest Coffee es un modelo de caficultura moderna, innovadora y sostenible. Sus plantaciones, ubicadas en suelos privilegiados de la Reserva de Biosfera Ashaninka Yanesha Oxapampa Villa Rica (reconocida por la UNESCO), combinan variedades especiales de café con especies forestales nativas, promoviendo un ecosistema equilibrado. Con más de 40 años de tradición, esta empresa ha logrado la primera Denominación de Origen para café en Perú y el título de Bosque Modelo por la Red Latinoamericana de Bosques Modelo.
Cada taza de café Forest Coffee no solo deleita el paladar, sino que contribuye a la protección del bosque. En 2025, al disfrutarlo, sabrás que formas parte de un esfuerzo mayor: plantar árboles en la Amazonía. Te invito a unirte a esta iniciativa desde tu hogar, empresa u organización, dentro o fuera del Perú. Exportamos a todo el mundo. Yo ya tomo Forest Coffee y, con cada taza, ayudo a sembrar árboles.
Finalmente, invito al Estado peruano a que sumen su apoyo a campañas como esta. La sostenibilidad no es solo tarea de las empresas; es un compromiso de todos. Y para los que se equivocaron, recuerden a Karl Popper, quien postuló que el error no marca el fin del camino hacia el conocimiento, sino más bien su inicio.
Esta columna es posible gracias a Sin Fronteras, la Academia de la Singularidad, TranZfer.me Vichayito Village, Sal amazónica de Pilluana y obviamente a los cafés sostenibles Mishqui Huayo y Forest Coffee.
Correo: academiasingularidad@gmail.com
Me despido y hoy te recomiendo “Ojalá que llueva café” de Juan Luis Guerra y la 4.40.
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