En una edición anterior, revelamos que el director del Colegio Politécnico Huáscar, Rolando Martín Eduardo Aranda, fue sentenciado por actos vandálicos en la ciudad de Juli, nada menos que cuando ya era maestro.
El 6 febrero de 2006, Eduardo Aranda cogió una escalera e ingresó por el muro al local de UGEL Chucuito-Juli y tomó el local junto a otros profesores. Él y sus colegas fueron sentenciados el 09 de noviembre de 2007 a 4 años de pena privativa de libertad con carácter suspendida.
TREMENDA SENTENCIA
Hoy destapamos otro magro antecedente que en su momento lo graficó en esa ciudad como un ‘mal hijo, ya que golpeó salvajemente a su padre, Daniel Eduardo Sardón.
El 25 de noviembre de 2004 al promediar las 17:00 horas, tras terminar las olimpiadas municipales, el padre, se dirigió a su casa ubicada en el jirón Santa Cruz, a una cuadra de la Plaza de Armas, a un costado del municipio de Juli.
La víctima narró los hechos con estupor. “(Eduardo Aranda)… Me tiró al suelo y me dio muchos golpes en diferentes partes del cuerpo dejándome inconsciente por unos minutos hasta que llegaron dos señores y lo bajaron de mi encima y me dejó de golpear…”, contó ante la Policía.
VARIAS PALIZAS?
En aquella ocasión, don Daniel Eduardo aprovechó su presencia ante la Policía para contar que no era la primera vez que su hijo lo reducía a golpes. Narró que los problemas se originaron por el cobro de una deuda y que no era la primera vez que su hijo lo atacaba. “(me ha) agredido en diferentes oportunidades ya teniendo conocimiento las autoridades de dichas agresiones”, dijo.
AMENAZA ARTERA…
“El día, 15, 16 de febrero de 2005, en horas de la noche 00:00 y a las 02:00 de la madrugada (vino) a la puerta de mi casa vino a amenazarme de que me va a dejar lisiado para toda mi vida y que me cuidara, y se encontraba en estado de ebriedad, y está acostumbrado a gritarme en la puerta de mi casa”, prosiguió en su testimonial.
LA COARTADA
Para atenuar los cargos, el inefable hijo urdió una leguleyada y alegó que más bien su padre lo atacó por la espalda con un palo de pico sin motivo aparente. Un dato relevante es que su padre presentó su denuncia el día de los hechos, mientras que Eduardo Aranda lo hizo el 7 de enero de 2005, más de un mes después, según el atestado 013-COMIS-PNP-JULI-SID.
Esa insólita denuncia fue archivada el 3 de mayo de 2005 por el juez Retamozo Pacheco, mediante resolución N°01-2005. El magistrado advirtió inconsistencias determinando que los certificados médicos de parte, presentados por Rolando Eduardo, fueron expedidos por personal “no idóneo”.
GOLPIZA BRUTAL
En el proceso se recogió la declaración de la testigo Amelia Sánchez Angles, que derruyó los argumentos del ‘mal hijo’. Ella contó que “al dueño de la casa, señor Daniel Eduardo Sardón, lo estaban pegando, dándole patadas, puñetes, tirándolo al suelo y en el suelo lo agarró del cuello, chancándole contra la pista indicando que lo mataría (…)”, contó.
La versión de Raúl Mamani Benito fue clave. Él aseguró que “Rolando Eduardo se encontraba encima de su señor padre golpeándolo y agarrándolo del cuello (…) En eso aparecieron dos personas que los separó (…) Daniel Eduardo se encontraban sangrando toda la cara”, añadió.
EJEMPLAR SENTENCIA
El juez estudió el caso y dictó sentencia el 25 de mayo de 2007, condenando al entonces maestro a 3 años de pena privativa de libertad con carácter suspendida por el delito contra la vida, el cuerpo y la salud, en su forma de lesiones leves, con el agravante de haber agredido a su padre (“relación familiar”).
ENVIADO AL PSICÓLOGO
Además, se le impuso el pago de una reparación civil de tres mil soles y varias reglas de conducta: “Concurrir al juzgado a justificar sus actividades y registrar su asistencia”, no consumirá ningún tipo de bebida alcohólica, droga o estupefaciente, salvo por prescripción médica, y someterse a “terapia psicológica en el establecimiento de salud pública de la localidad por el lapso que resulte necesario”, entre otras.
QUÉ TAL EJEMPLO
Estas dos condenas ensombrecen la catadura moral del ahora director, ya que esos hechos en los que se le encontró culpable no son el mejor ejemplo para el alumnado.
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