MIRADOR LA APACHETA DE TARATA
Ubicado a 3.503 metros sobre el nivel del mar, en la frontera misma de las ecorregiones quechua y suni, el mirador La Apacheta constituye el paso más elevado entre la carretera de Tacna a Tarata. Su excepcional posición permite apreciar toda la belleza de los Andes peruanos, con sus montañas, volcanes, altiplanos, cañones y valles, y toda su diversidad de formas y matices, labrados en milenios por las fuerzas de la tierra. Dominan la vista de este hermoso panorama las blancas cumbres del Yucamani y el temible volcán Tutupaca. Se alza en este lugar una modesta capilla dedicada a fray Martín de Porres, el milagroso y venerado santo mulato. Curiosamente, en este mismo lugar los viajeros realizan su pago a los “apus” (espíritus de las montañas) en un claro ejemplo del sincretismo cristiano y andino.
EL PULMÓN VERDE DE TACNA
Si hay algo que llena la vista al llegar al pueblo de Estique Pampa son los hermosos bosques de eucaliptos que hay en sus cerros, un auténtico pulmón verde que avanza incontenible por los roquedales y laderas que rodean al pueblo. Las verdes tonalidades de estos densos bosques dominan completamente el panorama de estos parajes. Hierba, arbustos y otros árboles completan un escenario esplendorosamente verde, con un clima templado y benigno, bajo la tutela del amigable sol de los Andes. Estique Pampa es la puerta principal de ingreso a las zonas andinas, ¡y qué puerta! Cuando uno camina en medio de tanto verdor tiene la sensación de que lo hace por un bosque encantado, por un bosque de cuento.
LA PIEDRA DEL MATRIMONIO
Se llega a ella al bajar de La Apacheta e internarse en el valle. Consiste en una gran roca de forma caprichosa en la que se adivinan tres figuras humanas: dos figuras abrazadas frente a una tercera, frontal y dominante, debajo de un paredón rocoso casi vertical. Detrás de la pareja, y frente al paredón, multitud de rocas más pequeñas, alargadas y semiinclinadas, recuerdan a un público expectante, como pendiente de lo que haga el trío de rocas mayores. Cuentan los antiguos que las rocas abrazadas son dos jóvenes enamorados que venían huyendo de sus padres, opuestos al inmenso amor que ambos se tenían. Descansando de tanto caminar, de pronto vieron una iglesia y en ella a un sacerdote. Impresionados, entraron en ella y pidieron casarse. Así lo hicieron, y quedaron convertidos en piedra, sellando para siempre su amor imposible. Actualmente muchas parejas optan por darse un tierno beso frente a las rocas.
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