Wilfredo MendozaWilfredo Mendoza

La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes.
Charles Bukowski

La lluvia de insultos, agresiones, mutuas acusaciones, y toda suerte de agresiones verbales, lamentablemente son cosa de todos los días. Siguen in crescendo, antes, durante y luego de esta primera vuelta electoral, donde los ganadores han sido Pedro Castillo y Keiko Fujimori.

Cuando he señalado que mi voto será en blanco, he recibido toda suerte de consejos, insinuaciones, hasta agresiones verbales de algunos desadaptados que no tienen la menor idea de cómo funciona la democracia, es decir, votar por uno u otro candidato, votar en blanco o viciado. Es una opción que cada individuo tiene la obligación moral de aplicar.

Abogados y leguleyos me han explicado que al final se debe elegir a uno u otro, porque tiene que salir un ganador, y ¿qué sucede con quienes no creemos ni en Castillo ni en Fujimori? ¿Acaso no tenemos el mismo derecho, o es que debe ser menoscabado?

Votar por el “mal menor”, según se quiera ver, no estoy de acuerdo, porque uno tiene que votar por quien cree, no por quien quiere creer o nos quieren hacer creer. Amo a mi país, y honestamente no creo ni en Castillo ni en la señora Fujimori, y no niego que estamos al borde del abismo, pero los principios no se negocian. ¿Estoy equivocado?

Durante toda mi vida profesional y como docente universitario, de lo primero y último que hablo siempre es de ética, sea cual fuere el curso; en mi familia, risueñamente me señalan que acaso “eres la voz de la conciencia”, y solo reitero que la gota continua labra la piedra. Hasta el final del final, como diría Winston Churchill: «El éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo. Podemos fracasar una y otra vez, pero si no nos rendimos, jamás seremos derrotados”.

En consecuencia, cada uno sabrá elegir a su candidato(a), pero también me ratifico en votar en blanco, porque no creo en ningún candidato. La democracia es imperfecta, y muchas veces, como hoy, muy populista, creo que en demasía.

Al final aceptaré que por el sistema gane tal o cual candidato(a), pero creyendo firmemente que el “mal menor” es solo el pretexto para no definir su voto. Veremos qué pasa en esta noche tan larga, que se va prolongado en forma excesiva. Se acerca el amanecer, al final somos un país más grande que sus problemas, y solo espero que algún día un político honesto acceda al poder y que cumpla lo que prometió, y no como hasta el momento, que estamos a merced de los aventureros del poder. Una lástima.

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