Ha transcurrido poco más de un año desde el inicio de la cuarentena en nuestro país, y el primer resultado es que, en honor a la verdad, no hemos aprendido nada con el encierro obligatorio, nos hemos vuelto más animales, con el perdón de los animales.
Por ejemplo, de acuerdo con cifras, los casos de feminicidios han aumentado hasta 5 diarios, y en Arequipa los varones han ido gradualmente agrediendo físicamente a sus parejas. Las violaciones son tema aparte. En suma, la cuarentena ha servido para que la agresividad masculina vaya en aumento. Nos hemos convertido en seres más agresivos por ¡quítame esta paja!
Ni más ni menos, somos incapaces de convivir en armonía, con nuestra familia, en lugar de conversar, comprender, crecer como seres humanos, el insulto y golpe de por medio es cosa común y corriente, para imponer el maldito machismo. Una animalada más.
Los jóvenes, con la permisividad de sus padres, han salido a las calles a vivir la vida, antes que la vida los viva a ellos (mil disculpas, Susy Díaz), y felices con la pichanguita, el cebichito, las cervezas, y al diablo el “distanciamiento social”, somos jóvenes, como si el covid-19 supiera de edades. Más animales quinceañeros y veinteañeros.
Y por los más viejos la cosa va de mal en peor, como cuando se nos exige protector plástico y barbijo al subir a una unidad de transporte urbano, y en lugar de pedir disculpas por no tenerlos, lanzan insultos gratuitos al chofer o cobrador, que solo cuida su vida. Por favor, entiendan, señores animales.
No vamos a hablar de los animales mayores, es decir los 130 congresistas, que cada animalada que cometen es para pedir disculpas a Fido y compañía. Por favor, estos animales son de cuidado, porque hacen daño al país con cada ley que proponen en beneficio propio, como siempre.
En conclusión, la reclusión en nuestras viviendas solo nos ha servido para relucir nuestros sentimientos más sórdidos, más crápulas, resaltando nuestra incapacidad para cuidarnos, porque el virus mata sin avisar, sin pedir permiso a nadie. Pero pocas personas lo entienden en su verdadera dimensión.
Para cerrar estas líneas, no estaría demás volver a la simpleza de lavarnos bien las manos. Utilizar el barbijo. Evitar los abrazos y guardar el distanciamiento social. Es decir, dejar de ser los animales que siempre somos, para por lo menos pensar que estos simples consejos nos pueden salvar la vida.
Y de paso dejar de lado por un momento las animaladas que solo nos llevan a la tumba. El resto es silencio. En Arequipa mueren cerca de 11 personas por el virus maldito. ¿Acaso quieres ser tú -sí, tú- una de ellas?
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