El actual cuestionado Congreso de la República acaba de aprobar un remedo de sus promesas populistas, respecto a la inmunidad parlamentaria, solo para delitos comunes, que al final de cuentas es un engañamuchachos, para el populorum.
Si vamos al detalle de los votos, fueron 103 a favor, 14 en contra y 3 abstenciones. Los congresistas mistianos Édgar Alarcón Tejada y Rosario Paredes Eyzaguirre se opusieron a esta propuesta. Sus argumentos los conocemos de sobra: tienen un inmenso rabo de paja.
Alarcón Tejada, quien se llena la boca como gran moralizador, tiene diversas denuncias en su contra, siendo las más graves en fase preparatoria, una por peculado doloso y negociación incompatible, por haber visado más de 100 recibos por honorarios emitidos por proveedores fantasmas.
La fiscalía ha solicitado 17 años de cárcel para el cuestionado legislador, teniendo en cuenta la diversidad de delitos que habría cometido durante su paso por la Contraloría General de la República.
Rosario Paredes tiene una denuncia por supuesto recorte del sueldo de la extrabajadora de su despacho Milagritos Chacón Loayza. Tras la denuncia, buscó por todos los medios justificar lo injustificable.
Para tal caso, involucró a su pareja sentimental Roberto Segura, adjudicándole toda la culpa de este ilegal acto, incluso llegó a deslizar que no tenía ninguna relación con el polémico periodista mistiano, cuando todo el mundo sabe la dupla que ambos conforman desde hace muchos años.
Alarcón y Paredes tienen sobrados motivos para querer oponerse a cualquier forma de eliminar la inmunidad parlamentaria, porque tienen mucho que explicar a la justicia, y aunque ambos nieguen cualquier irregularidad, si la justicia es justicia deberían acabar donde va cualquier delincuente común y corriente: la cárcel.
Entonces, es bueno explicar para nuestros lectores que los dos congresista mistianos tienen muchas razones para pretender que nos los investiguen, mientras duren sus períodos parlamentarios, pero tarde o temprano deben, como cualquier ciudadano, cumplir con la ley.
Si la transgredieron, como todo parece indicar, pues como todo peruano deben ponerse a derecho y ser juzgados para que se defiendan, y si luego del proceso judicial tendrían que ser sancionados como ciudadanos que hicieron lo que no debían hacer legalmente, se entiende.
De ambos, Alarcón Tejada sabe que tiene todo en su contra, mientras tanto sigue alardeando desde su curul la lucha frontal contra la corrupción, pero bien sabe que tarde o temprano deberá comparecer frente a un juez. Si no, que lo digan Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Nadie Heredia o el propio Martín Vizcarra.
Bien dicen que uno puede planificar su futuro, pero nadie puede huir de su pasado, porque este siempre estará allí, donde hicimos lo que hicimos. Alarcón y Paredes bien saben lo mal que actuaron, aunque digan lo contrario.
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