Recuerdos de mi infancia evocan cuando en mi familia hablaban maravillados de Argentina. Del educador Sarmiento (aunque de discutible ejecutoria), de Perón, de Evita; y ni que decir de Carlos Gardel, quien elevó a nivel mundial el tango. Ya en el colegio, me despertó admiración por ese argentino San Martín que declaró la independencia del Perú.
Era normal que muchas familias enviaran a Argentina a sus hijos para estudiar medicina o ingeniería. La mía fue una de ellas; así que siempre tuve una simpatía hacia Argentina. Es más, mi padre viajó allá por asuntos profesionales y a su retorno nos habló bastante de la tierra de los gauchos. La figura épica de Ernesto “Ché” Guevara encandeció a muchos. Pero luego conocí a los intelectuales argentinos Sábato, Güiraldes, Cortázar y ni qué decir del gigantesco Jorge Luis Borges. Aunque muchos argentinos lo miran de reojo, pero creo que el amor a su tierra fue universal.
En la música: Eso sí que me cautivó, porque desde el rock de “Sui Generis” (donde estuvo Charly García), con “Rasguña las piedras”, luego con “Serú Girán” y tantos otros buenos grupos, que sería hojas de enumerarlos. Y es que el golpe de Estado de 1976 hizo que el rock sea subversivo y contestatario a la dictadura de Videla y sus asesinos. Cada canción era de protesta, pero de afinada sinfonía.
El hecho es que nos sentimos más unidos a Argentina cuando la Inglaterra de Margaret Thatcher en 1982, desembarcó sus tropas en las Islas Malvinas (ellos las llaman Falkland) y hubo muchos peruanos que quisieron alistarse para luchar junto con los “chés”. Y músicos como León Gieco, Porchetto y Charly García (“No bombardeen Buenos Aires”) nos enlazaban a toda una generación, en defensa de América.
Pero fue el fútbol el que despertaba admiración, dada la indiscutible calidad de los futbolistas argentinos. Y fue mi generación la que conoció dentro del Olimpo deportivo de los “chés”, a Diego Armando Maradona. No voy a hacer una alegoría de su talento con el balón, ni del mejor partido que lo vi con Inglaterra, donde los humilló (“mano de dios” incluida). Las Malvinas quedaron vengadas. Ahora, no solo estuvo él, pero digamos que tuvo la suerte de tener a muy buenos compañeros. Y su genio lo volví a ver en el Mundial del 90, cuando a Brasil, con una sola jugada, producto de un solo descuido de la defensa brasileña, hizo que diera un pase magistral a Claudio Caniggia, para que eliminara a los cariocas. Yo que estaba en Río de Janeiro, tuve que soportar que la “torcida” brasileña furiosa, tirara como granizos sus televisores. Ahora, que la vida privada del astro fue un asco; es otro tango.
Que fue contestatario, rebelde y contradictorio; desde luego que sí. Pero muchos como yo, lo admiraron siempre como futbolista, como genio del fútbol; y si lo comparan con Messi, es como comparar la música de Gustavo Cerati, con el reguetón. Creo que su admiración por Castro, Chávez, Gadaffi, Morales era más por provocación que por convicción. Aunque dijo e hizo muchas cosas, pero si algo rescato de sus tantas expresiones es aquella de: “Yo también provengo de un barrio privado…pero privado de luz, agua, desagüe, pistas”. Quién sabe si su azarosa existencia fue una constante de venganza, de pica, de rabia y de pena. En eso también los peruanos nos parecemos a los argentinos. Pero sea lo que sea, fue para mí un genio del futbol. En lo demás, creo que perdió por goleada ¿Pero no dicen que “así es el fútbol”?
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