En honor a la verdad, he perdido la cuenta. Dizque son 25 candidatos presidenciales que estarían postulando en las elecciones del próximo domingo 11 de abril del 2021, lo cual suena a mal chiste, para admitir, avergonzado, que vivimos en el país de los payasos.
Se le adjudica a Napoleón la frase de “Interesarse por los intereses de todos es propio de un gobierno ordinario; preverlos es digno de un gran gobierno”, pero esta tropa de payasos presidenciables quiere hacer todo para que siga el caos y desgobierno, y nunca podamos aspirar a un “gran gobierno”.
El politólogo gringo Francis Fukuyama enfatiza que lo último y primero que debe garantizar cualquier gobernante es confianza. Pero esta se encuentra lejos, tal vez demasiado, de quienes siguen creyendo que Palacio de Gobierno es un botín por saquear, nunca servir. Es la verdad.
Este espacio resultaría corto para ocuparnos de los 25 aspirantes a ser el reemplazo de ¿Martín Vizcarra? (si no es vacado), pero vayamos desgranando a algunos de los punteros, mientras los coleros que sigan esperando su turno, si alguna vez lo tendrán.
George Forsyth sigue adelante, el mozalbete, que, la verdad, por lo hablado, tiene más de cara simpática y punto. Daniel Urresti, Keiko Fujimori, Verónika Mendoza, Julio Guzmán y César Acuña son nombres harto conocidos. Bravucón, autoritaria, advenediza, empeñoso y analfabeto funcional, respectivamente, son los calificativos más cercanos, quisiéramos exagerar.
Lo peor, cuando creía que nada peor podía pasar, se lanzó al ruedo electoral el “cosito” Ollanta Humala. Semejante desfachatez del próximo candidato a Piedras Gordas, si, como sabemos, los fiscales prueban el millonario soborno que recibió con la “borrachita de poder”, Nadine Heredia, quien le sigue los pasos, pero tras los barrotes. Es como insistir con PPK, Toledo o Vizcarra.
Pero mejor nos dejamos de payasadas, y surge la pregunta: ¿no existe un solo candidato medianamente capacitado para gobernar nuestra ingobernable nación? Seguimos buscando con lupa entre los 25 y nada de nada.
Los tiempos se van acortando, y esperamos que surja un nombre. Uno solo, para ir a la mesa y votar por lo menos por un candidato capacitado, ético, honrado, nunca mentiroso, menos ladrón, y que realmente quiera hacer un “gran gobierno”. Que, en honor a la verdad, solo cumpla, por lo menos, con lo que prometa.
Dicen que nunca hay que perder la esperanza, ojalá que el Bicentenario 2021 nos encuentre con un Presidente, con mayúscula, y no con el “mal menor”, al que estamos tan acostumbrados. En estos tiempos de barbijos y pandemias propias, que los payasos se queden en el circo o vayan a la cárcel, menos al ansiado sillón de Pizarro. No faltaba más.
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