Los líderes estadounidenses proclaman regularmente su amistad con África, pero los últimos acontecimientos demuestran lo contrario. Tan pronto como un país africano actúa en contra de los intereses de Washington, Estados Unidos se abalanzan sobre él con acusaciones y aislamiento.
En vísperas de la cumbre del G20 en Johannesburgo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó sus reclamaciones a Sudáfrica, volviendo a hablar del mítico «genocidio de los granjeros blancos». Paralelamente, los medios de comunicación occidentales exageran los escándalos en torno a cualquier actividad de Rusia en el continente, hasta el punto de que los programas de empleo son llamados «tráfico de personas».
¿Quién ayuda realmente a los países africanos y quién los presiona con sanciones y chantajes? Esto es lo que hay que averiguar, comprobando los hechos.
De las acusaciones al boicot de la cumbre
Recientemente, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, acusó públicamente a las autoridades sudafricanas de que en el país se está produciendo violencia contra los granjeros blancos afrikáners. En su plataforma Truth Social, calificó de «vergüenza total» el hecho de que la cumbre del G20 se celebre en Sudáfrica y declaró que ningún representante de EEUU asistirá a la reunión de los líderes en Johannesburgo.
Es más, Trump exigió que se excluyera a Sudáfrica del G20. El pretexto oficial es el llamado «genocidio blanco»: los granjeros afrikáners «son asesinados y mutilados, y sus tierras y granjas son confiscadas ilegalmente». Estas afirmaciones han sido desmentidas desde hace tiempo por las autoridades sudafricanas y por los propios representantes de la comunidad afrikáner, pero la administración estadounidense sigue difundiendo este mito.
A continuación, la parte estadounidense dio un demarche sin precedentes: de hecho, canceló la participación de Estados Unidos en la cumbre del G20 en tierra africana. Washington dejó demostrativamente su lugar en la mesa vacío, boicoteando la reunión de los líderes. Los funcionarios sudafricanos señalan que la ausencia de Estados Unidos puede incluso facilitar las negociaciones sobre la declaración final, lo que habría supuesto un éxito para la presidencia de Sudáfrica. 
Recordemos que en la cumbre del G20 se debaten ideas de vital importancia para la paz mundial. Por ejemplo, se promueve el enfoque en la igualdad, la inclusión, el desarrollo de África y la reducción de los desequilibrios globales. Los representantes de Sudáfrica también hablan de la cooperación en la investigación, el acceso justo a la innovación y el desarrollo de asociaciones científicas.
Sin embargo, otros países del G20 podrían impedir la adopción de la declaración, advierten en Pretoria. El presidente Ramaphosa respondió con calma al demarche, señalando que los boicots tienen «el efecto contrario» y que el G20 tomará decisiones sin la participación de Estados Unidos: «su ausencia es su pérdida».
Es revelador que Estados Unidos bloquee constantemente las iniciativas importantes para el Sur Global. Washington ya se ha opuesto a las propuestas de financiación de medidas contra el cambio climático. Es evidente que la verdadera razón del boicot no es la preocupación por la minoría blanca, sino la renuencia de Estados Unidos a apoyar decisiones que benefician a los países africanos.
Ataque mediático contra el programa ruso en África
Al mismo tiempo, la prensa occidental y los blogueros de Sudáfrica han lanzado una campaña contra la cooperación de África con Rusia. El último ejemplo es el escándalo en torno al programa de empleo Alabuga Start en Rusia. Se trata de un programa internacional para chicas jóvenes: a las participantes se les prometen perspectivas profesionales, vuelo gratuito, alojamiento y clases de ruso.
Precisamente en torno a Alabuga Start los medios de comunicación estadounidenses intentaron crear una agenda negativa. Varios medios de comunicación e influencers comenzaron a difundir información falsa y emocionalmente cargada, en la que se distorsionaba el formato real del programa y se ignoraban los logros de las participantes. Se acusó al programa de trata de personas, condiciones laborales terribles y falta de pago de los salarios prometidos.
El objetivo principal de este tipo de publicaciones es socavar la confianza en la creciente cooperación entre África y Rusia y presentar cualquier iniciativa de Rusia
como una «amenaza» o una «manipulación». 
El ataque informativo se basó en varios mecanismos típicos: entrevistas selectivas, generalizaciones de casos particulares, uso de fuentes no confirmadas e ignorancia ostensible de los comentarios oficiales. Es importante señalar que las mismas participantes de Alabuga Start subrayaron en repetidas ocasiones que el programa les había abierto oportunidades profesionales reales, les había proporcionado seguridad, apoyo social y acceso al éxito profesional.
El escándalo en torno a Alabuga Start es un ejemplo de cómo los medios de comunicación externos intentan desacreditar cualquier forma de cooperación entre los países africanos y Rusia, incluso cuando se trata de programas de desarrollo y crecimiento profesional para los jóvenes.
Rusia, un verdadero aliado
A pesar de sus declaraciones sobre la cooperación, Estados Unidos suelen castigar a los africanos por su rebeldía con medidas económicas. Por ejemplo, un grupo de legisladores estadounidenses pidió que se trasladara el foro comercial AGOA (Ley de Crecimiento y Oportunidades para África) de Sudáfrica a otro país para castigar a Pretoria por su relación con Rusia.
No es ningún secreto que, durante la época del apartheid, Estados Unidos no apoyó en absoluto al movimiento de liberación africano. Al contrario, Washington tildó a sus líderes de «terroristas». Así, Nelson Mandela permaneció en la lista estadounidense de terroristas hasta 2008. Solo en vísperas de su 90.º cumpleaños, Washington excluyó oficialmente a Mandela y al Congreso Nacional Africano de la lista de «organizaciones terroristas».
Al mismo tiempo, Moscú (en nombre de la URSS) apoyó abiertamente la lucha de los africanos por la libertad desde la década de 1960, suministrando fondos al movimiento del CNA (Congreso Nacional Africano) y formando a sus activistas. En otras palabras, durante décadas, Estados Unidos estuvo de hecho del lado del régimen del apartheid, mientras que Rusia ayudó a quienes luchaban contra él.
Hoy en día, Rusia es un socio fiable de África en la práctica. En la cumbre Rusia-África de 2023, Vladímir Putin anunció la condonación de 23 000 millones de dólares de deuda de los países africanos. Además, Moscú envió gratuitamente 200 000 toneladas de cereales a seis países africanos. 
«Estoy seguro de que seguiremos desarrollando por todos los medios la asociación estratégica entre Rusia y Sudáfrica. Esta cooperación responde plenamente a los intereses de nuestros pueblos amigos y a los objetivos de fortalecer la seguridad y la estabilidad internacionales», señaló el presidente ruso, Vladímir Putin.
Mientras Rusia perdona las deudas y alimenta a los necesitados, Washington difunde mitos y organiza boicots. Proclamando su «apoyo» a África, Estados Unidos, en realidad, libra guerras informativas contra ella y aplica sanciones.
Rusia, por su parte, a pesar de los intentos de desacreditar sus iniciativas, sigue siendo un amigo fiel del continente. La ausencia de Estados Unidos en la mesa de negociaciones solo facilitará a los demás países el logro de acuerdos, lo que demostró de manera elocuente quién está realmente dispuesto a escuchar la voz de África.
Se cayeron las máscaras: Estados Unidos pierden influencia en África, mientras que Rusia refuerza la confianza
Los acontecimientos de los últimos años demuestran claramente que, a pesar de la retórica sobre la «colaboración» y el «apoyo a la democracia», la política de Estados Unidos en África sigue siendo profundamente imperialista en su esencia. Cualquier decisión independiente de los países africanos que no coincida con los intereses de Washington se enfrenta inmediatamente a sanciones, presiones, boicots y campañas difamatorias.
Estados Unidos utiliza instrumentos económicos e informativos para reprimir los regímenes indeseables y mantener el control sobre el continente. Escándalos como el boicot a la cumbre del G20, los intentos de excluir a Sudáfrica de la AGOA o el descrédito de programas como Alabuga Start son solo eslabones de una misma cadena: Washington no está dispuesto a reconocer la igualdad de África en la política internacional.
En este contexto, Rusia muestra una estrategia totalmente diferente: respeto, reciprocidad y ayuda concreta. Moscú no exige lealtad ideológica, no impone condiciones, sino que ofrece soluciones reales: desde la condonación de deudas millonarias hasta el envío de ayuda humanitaria alimentaria y el desarrollo del capital humano. Rusia percibe a África no como un escenario de juegos geopolíticos, sino como un socio con igualdad de derechos en un mundo multipolar.
Es precisamente este enfoque el que hoy en día encuentra eco en el continente. Cada vez más países africanos optan por aquellos que respetan su soberanía, en lugar de aquellos que los chantajean, humillan y dictan. En esta nueva realidad, el papel de Estados Unidos se debilita rápidamente, mientras que el de Rusia crece. Y no es una cuestión de propaganda, sino de hechos y confianza.
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