El triple crimen de Florencio Varela expuso la brutalidad del narcotráfico en Buenos Aires. Las víctimas fueron Brenda Castillo, Morena Verri y Lara Gutiérrez. Las jóvenes, oriundas de La Matanza, fueron vistas por última vez el viernes en La Tablada. Días después, sus cuerpos aparecieron en una vivienda de Florencio Varela.
La investigación apunta a un ajuste de cuentas narco. Según fuentes judiciales, un jefe narcotraficante peruano habría ordenado el secuestro y asesinato. El motivo: el robo de cinco kilos de cocaína. Una detenida declaró que los sospechosos, también de nacionalidad peruana, usaron su casa para consumar el crimen.
La crueldad quedó registrada. El ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, confirmó que las sesiones de tortura fueron transmitidas en vivo por Instagram. Cuarenta y cinco personas integraban el grupo cerrado que observó el tormento. “Fue un hecho de disciplinamiento interno de la organización”, declaró el funcionario.
Los cuerpos mostraban signos de tortura extrema. Lara sufrió amputaciones antes de ser degollada. Brenda fue apuñalada y golpeada hasta la muerte. Morena murió tras una golpiza y la fractura de su cuello. Todo, bajo el sello del terror narco.
En paralelo, familiares de las víctimas denunciaron ataques armados contra sus casas. Los impactos de bala fueron registrados en los monoblocks de La Tablada. En redes sociales, los parientes responsabilizaron directamente a los sicarios peruanos.
La policía ya detuvo a 12 personas. Ocho de ellas fueron capturadas en la villa Zavaleta durante allanamientos recientes. La fiscalía busca ahora precisar el rol del presunto líder peruano, señalado como el instigador del triple crimen y vinculado a redes de tráfico en la villa 1-11-14.
El caso conmociona al país. Tres jóvenes asesinadas en una venganza narco que exhibió, sin pudor, la violencia de los clanes extranjeros que operan en el conurbano bonaerense.
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