La Iglesia de la Sagrada Familia, el único templo católico en la Franja de Gaza, fue blanco de un bombardeo israelí este jueves. El ataque dejó al menos cuatro muertos y siete heridos, entre ellos el sacerdote argentino Gabriel Romanelli, quien mantenía contacto diario con el papa Francisco hasta su fallecimiento en abril. El templo servía como refugio para más de 600 personas, incluyendo cristianos y musulmanes desplazados por el conflicto.
El impacto en la comunidad cristiana de Gaza
La parroquia, ubicada en el barrio de Zaytoun, había sido uno de los pocos espacios seguros para los cristianos gazatíes, una comunidad minoritaria en medio de una guerra devastadora. El bombardeo provocó graves daños estructurales en el edificio y dejó a la comunidad en estado de shock. El Patriarcado Latino de Jerusalén confirmó que dos de los heridos se encuentran en estado crítico.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, calificó el ataque como “inaceptable” y denunció que “ninguna acción militar puede justificar tal actitud”. El Vaticano, por su parte, expresó profunda tristeza y reiteró su llamado a un alto el fuego inmediato en Gaza. El ejército israelí reconoció el incidente y aseguró que está investigando lo ocurrido, aunque insistió en que no ataca intencionalmente lugares religiosos.
Un símbolo de resistencia bajo fuego
Desde el inicio de la ofensiva israelí en 2023, la iglesia había sido un símbolo de resistencia y solidaridad. En diciembre de ese año, un francotirador israelí mató a una madre y su hija dentro del templo. Sin embargo, este es el primer bombardeo directo contra la iglesia, que había logrado mantenerse en pie pese a la destrucción de más de 800 mezquitas en la Franja.
Gabriel Romanelli, párroco de origen argentino, se convirtió en una figura clave durante la guerra. Su vínculo con el papa Francisco, quien lo llamaba diariamente para conocer la situación de los refugiados, lo convirtió en un referente espiritual y humanitario. Aunque sus heridas no son graves, su presencia en la iglesia ha sido fundamental para mantener la esperanza entre los desplazados.

Una llamada urgente a la paz
El ataque a la Iglesia de la Sagrada Familia pone de relieve la vulnerabilidad de los espacios religiosos en zonas de conflicto. En un contexto donde cada día disminuyen los lugares considerados seguros, este bombardeo ha encendido nuevas alarmas sobre la protección de civiles y el respeto a los derechos humanos. La comunidad internacional exige respuestas y, sobre todo, un alto definitivo a la violencia.
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