Aunque aún se desconoce el nombre del próximo Sucesor de San Pedro, hay alguien que ya trabaja con dedicación en su taller para confeccionar el traje del futuro Papa. Se trata de Raniero Mancinelli, un sastre italiano que, a lo largo de su carrera, ha vestido a tres pontífices: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
En entrevista con Desde la Fe, Mancinelli relató cómo logró vestir por primera vez a Juan Pablo II, un logro que le tomó muchos años.
“Empecé siendo un niño, un jovencito. Comencé a hacer este trabajo —las vestimentas para sacerdotes— allá por los años 58 o 59”, recuerda.
Con un tono amable y sereno, explica que su trayectoria fue construyéndose paso a paso: “A lo largo del tiempo he servido a muchos sacerdotes; algunos de ellos llegaron a ser obispos, otros fueron nombrados cardenales”, relata. Así, con el tiempo, terminó confeccionando prendas incluso para los papas, a quienes, dice con orgullo, también ha tenido el honor de servir.
Su labor exige una meticulosa precisión y atención al detalle, ya que las vestiduras están cargadas de profundo simbolismo, por ejemplo, el solideo o zucchetto, el pequeño gorro blanco que el Papa lleva en la cabeza.
Con un tono amable y sereno, explica que su trayectoria fue construyéndose paso a paso. Foto: María Langa
El traje blanco para el nuevo Papa
En su catálogo figura también el hábito talar como se le conoce al largo traje blanco. Y como no se sabe quién será electo, ahora mismo está haciéndolo en tres medidas: talla pequeña, mediana y grande.
En cuanto al significado, estima que es algo “muy bueno. Como trabajo, me gusta. Si es para un Papa, aún mejor; pero, quiero decir que para mí es un trabajo y lo hago como tal”.
Trabaja por vocación y con gusto. Tanto, que no lleva la cuenta. No tiene certeza de cuántas piezas ha elaborado para algún pontífice en particular, ni siquiera para Francisco, el más reciente.
“No lo sé, yo lo hago cuando me sirve el trabajo. Me preguntan y lo hago tranquilamente, sin contar uno, dos o tres”. Eso sí, aunque los trajes sean básicamente los mismos, “cambian las medidas; porque Francisco cuando era Papa, era bastante pequeño; luego se volvió un poco grande”, recuerda Mancinelli.
Con el papa Benedicto XVI le ocurrió lo contrario, sostiene con una sonrisa afable: Debí “acortar” el talar, “porque (el Papa) bajó un poco (de estatura) con los años”.
Sobre Juan Pablo II también conserva algunas anécdotas. Aunque no recuerda si lo vistió siendo cardenal, pero definitivamente sí que lo hizo durante su papado. “Hoy lo visto como sacerdote y mañana podría convertirse en Papa”.
Tarda al menos cuatro días en una costura
Igualmente, explica que en periodos normales, le toma al menos cuatro días elaborar un traje papal. Sin embargo, en medio de la presión en vísperas del cónclave, el tiempo se podría extender ampliamente.
Por último, este inigualable representante de la sastrería eclesiástica, quien sigue trabajando con el mismo cariño y entrega a sus 87 años de edad, confiesa que hay una clave en el éxito de su labor:
¿Ha habido un momento durante este trabajo en el que haya sentido particularmente la presencia de Dios?, le preguntan. La respuesta es clara y contundente: “La presencia de Dios la siento en todos los momentos, todos los días. Gracias a Dios, porque sin Él cerca no sé cómo sería mi vida”.
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