El anarquismo, la innovación y Qali Warma

El anarquismo, la innovación y Qali Warma

El anarquismo la innovacion

Los escándalos de corrupción en el programa Qali Warma han expuesto graves fallas estructurales en la gestión pública peruana. Desde sobreprecios y productos caducados hasta redes de corrupción y desvío de fondos, estos casos no solo han socavado la confianza en el Estado, sino que también han puesto en riesgo la salud y el bienestar de miles de niños.

Qali Warma es un ejemplo claro de cómo opera la violencia estructural a través de sistemas e instituciones que perpetúan la desigualdad y la exclusión. La corrupción y la negligencia no son errores administrativos aislados, sino manifestaciones de un sistema que prioriza intereses particulares sobre las necesidades de los más vulnerables.

Aunque Perú enfrenta actualmente una ola de violencia directa, esta puede interpretarse como una consecuencia de la violencia estructural que ha subyugado a la población durante décadas.

En este contexto, el pensamiento anarquista ofrece una mirada crítica y transformadora. Me gusta recurrir a la definición de José Luis Sampedro, quien entendía el anarquismo no como caos o ausencia de gobierno, sino como una filosofía centrada en la emancipación humana mediante la eliminación de estructuras opresivas. Para Sampedro, el anarquismo es una ética de vida basada en la solidaridad, la autonomía y la justicia social. Criticaba al Estado y al capitalismo por perpetuar desigualdades y confiaba en la capacidad humana para organizarse de manera horizontal y colaborativa. Lejos de ser una utopía inalcanzable, lo veía como una guía práctica para transformar la sociedad mediante acciones cotidianas que promuevan relaciones equitativas y libres de explotación, priorizando siempre el bienestar colectivo.

La innovación y la sostenibilidad, vistas desde ciertos ángulos, persiguen ideales similares a los del anarquismo de Sampedro. Aquí surge una oportunidad para abordar problemas sistémicos como los de Qali Warma, hoy renombrado Wasi Mikuna. Sin embargo, cambiar el nombre o la marca de un programa no resuelve sus falencias estructurales. El Estado peruano carece de gestores de innovación capacitados que puedan implementar soluciones efectivas y sostenibles. Urge formar una «tropa de élite» independiente en gestión de la innovación, capaz de resolver estos problemas de raíz.

Finalmente, para quienes han participado en actos de corrupción como los de Qali Warma, me permito recordar una advertencia contundente del libro más leído del mundo: “…mejor le fuera si se le atara una piedra de molino al cuello y se le echara al mar”.

La corrupción no solo destruye programas sociales, sino también la confianza en las instituciones y, sobre todo, en la esperanza de quienes más necesitan ayuda. Solo con transparencia, innovación y compromiso real podremos construir un futuro más justo para todos.

Esta columna es posible gracias a Sin Fronteras, la Academia de la Singularidad, TranZfer.me Vichayito Village, Sal amazónica de Pilluana y a los cafés sostenibles Mishqui Huayo y Forest Coffee.

Correo:
academiasingularidad@gmail.com

Que te vaya bien y Tupananchiskama.
Me despido sin antes recomendarte “Gimme the Power” de Molotov.

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