El Perú vivió un año histórico en 2024, alcanzando un récord sin precedentes en sus exportaciones con un total de US$ 74,664.2 millones, lo que representa un crecimiento del 15.5% respecto al año anterior. Este dinamismo se explica principalmente por el aumento en los precios de los principales productos exportados, así como por la expansión del número de empresas exportadoras. En los primeros diez meses de 2024, se registraron 8,991 exportadores, un 4.2% más que en el mismo período de 2023. De estas, un impresionante 70% son micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), reafirmando su papel fundamental como motores de la economía peruana.
A pesar de este éxito, el país enfrenta un desafío estructural: su dependencia de las exportaciones primarias. El Perú es reconocido mundialmente por su riqueza natural y su capacidad para exportar materias primas como minerales, productos agrícolas y recursos pesqueros. Sin embargo, esta dependencia limita los ingresos y deja a la economía vulnerable a fluctuaciones en los precios internacionales. La meta es clara: transformar nuestra economía pasando de ser meros exportadores de materias primas a productores de bienes con valor agregado. Este cambio no solo incrementará nuestros ingresos, sino que también generará empleo de calidad, fortalecerá nuestra industria nacional y consolidará una economía más resiliente.
¿Qué significa añadir valor agregado?
Añadir valor implica procesar, transformar o mejorar materias primas para crear productos finales o semi-elaborados con mayor demanda y precio en los mercados globales. Por ejemplo, en lugar de exportar mineral de cobre sin procesar, podríamos fabricar cables eléctricos o componentes electrónicos. En lugar de enviar café verde, podríamos producir café tostado premium o bebidas listas para consumir. Este enfoque permite capturar una mayor proporción del valor generado en la cadena productiva, beneficiando directamente a nuestra economía.
Desafíos y soluciones
Para lograr esta transición, debemos abordar varios desafíos clave. Primero, es necesario invertir en infraestructura industrial, especialmente en regiones donde se concentra la producción de materias primas. Segundo, debemos fomentar la innovación tecnológica mediante incentivos fiscales, financiamiento directo, colaboración público-privada y formación de capital humano especializado. Tercero, es crucial promover una cultura empresarial que priorice la calidad, la sostenibilidad y la competitividad internacional.
El gobierno tiene un papel fundamental en este proceso. Políticas industriales claras, acceso a financiamiento para MIPYMES y tratados comerciales estratégicos son herramientas indispensables para impulsar esta transformación.
Un futuro sostenible e inclusivo
El Perú tiene la oportunidad de dejar de ser un simple proveedor de materias primas y convertirse en un actor destacado en la producción de bienes de alto valor. Para ello, necesitamos visión, compromiso y acción conjunta entre el sector público, privado y académico. Y recordemos siempre que, sin metas, no hay paraíso.
Esta columna es posible gracias a Sin Fronteras, la Academia de la Singularidad, Vichayito Village y a los cafés sostenibles Mishqui Huayo y Forest Coffee.
Correo: academiasingularidad@gmail.com
Este DJ de periódico se despide, pero antes quiero recomendarte al gran Pedro Suárez-Vértiz y su canción ‘Los globos del cielo’ . Espero que te guste, ¡y nos vemos pronto!»
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