La devoción y la pasión por la danza pueden superar cualquier obstáculo. Vladimir, un joven de 34 años con discapacidad física, es un claro ejemplo de ello. Con gran esfuerzo y amor por su cultura, participa en la Festividad de la Virgen de la Candelaria como integrante del Conjunto Folclórico Juventud Tinkus del Barrio Porteño.
Este es su segundo año danzando en honor a la patrona de Puno, y cada paso que da en la pista lo llena de vida.
«Me levanto y vuelvo a nacer cuando bailo», afirma con emoción, demostrando que la fe y la determinación no tienen límites.
La Festividad de la Virgen de la Candelaria sigue reuniendo a miles de danzantes y devotos, quienes con su arte expresan gratitud y devoción. Como Vladimir, muchos encuentran en la danza un motivo para seguir adelante y celebrar su identidad cultural.
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