En la víspera, justo en el Día de la Madre, una mujer identificada como Erika Yenifer Condori Alarcón (26), se ensañó con su hijastro, desquiciándose hasta ultimarlo a golpes.
El menor de iniciales S.E.B.S. (05) fue evacuado agonizante al Hospital III de Puno (Salcedo), e informó a los médicos que se había atragantado con una oca. A los minutos se certificó la muerte y cuando la buscaron para avisarle, ella había desaparecido.
El Certificado de Necropsia al que accedió Sin Fronteras, arrojó «traumatismo craneano encefálico». La criatura presentaba signos de crueldad de data reciente y antigua. Tenía quemaduras expuestas en su pecho y espaldas, y una herida en su mandíbula, cerca al cuello. Sus muñecas, tenían unos surcos al parecer producto de ataduras en sus manitos.
Los galenos también observaron que le faltaban seis dientes, sus manos no tenían uñas ya que quizás fueron arrancadas con alicates. Las múltiples heridas y quemaduras también en sus pies graficaban una tortura cruel.
La mujer fue ubicada y detenida en una vivienda la cuarta cuadra de la avenida Panamericana, en el sector de Chejoña, en la salida sur, siendo encerrada en la carceleta del Complejo Policial Santa Rosa y hoy en la mañana rendiría su declaración ante el fiscal de turno.
El padre de la criatura es un joven minero que solía arribar a la ciudad de Puno, una o dos veces al mes. «Le dejaba 2 mil soles y se regresaba a la mina», comentó nuestra fuente.
La presunta parricida tiene otros dos hijos, uno en su primer compromiso y un bebé de unos seis meses.
Aunque la mujer ha guardado silencio, la policía teme que su pareja se había distanciado de ella por lo que se desquitaba con el finadito.
Anoche concluyeron las diligencias en la habitación de las torturas, encontrándose que la cama de la madrastra estaba húmeda porque se había orinado. Los peritos hallaron muestras de sangre que serían del niño fallecido, así como rastros de costras de las heridas en las ropas, además de huellas de lo que sería un centro de crueles torturas.
También se hizo presente Yoel Bustincio Inofuente, el padre del niño, quien se quedó perplejo por las desgarradoras imágenes y escenas de horror. La policía cree que él sabía de los maltratos porque las heridas del niño son evidentes, elocuentes, y no son recientes.
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