Aunque no hay medidas ni fórmulas exactas, se puede considerar como innovación disruptiva a la aplicación de nuevas ideas que conducen a una modificación significativa de productos, servicios y procesos, generando cambios drásticos en el mercado, las empresas y el comportamiento de los consumidores.
Dentro de algunos de sus propósitos, se busca que los productos y servicios sean más económicos, accesibles, fáciles de entender, actualizados y orientados a mejorar la experiencia del cliente. Se diferencia de la innovación incremental en que sucede de manera radical y sin previo aviso, desestabilizando mercados y volviendo obsoleta la versión anterior de un producto o servicio.
Algunos ejemplos de innovación disruptiva podrían ser: la rueda, la bombilla, el teléfono, Netflix, iTunes, Airbnb, Uber, Spotify, WhatsApp, Bitcoin, la máquina de vapor, la impresión 3D, la inteligencia artificial y el blockchain, entre otros.
En el caso del Perú, en un escenario positivo, la adopción de innovaciones disruptivas podría conducir a la creación de nuevos mercados y oportunidades, lo que a su vez podría impulsar el crecimiento económico y la generación de empleo en el país. Por ejemplo, el avance de la inteligencia artificial y la realidad mixta podría fomentar el desarrollo de industrias de alta tecnología en el Perú, brindando empleo a profesionales locales y atrayendo inversión extranjera. Asimismo, la mejora en la accesibilidad y asequibilidad de productos y servicios a través de la innovación disruptiva podría beneficiar a sectores de la población con menores recursos, mejorando su calidad de vida y bienestar.
Sin embargo, en un escenario negativo, la rápida obsolescencia de ciertos trabajos y habilidades debido a la automatización y la disrupción tecnológica podría generar desempleo y desigualdad en el corto plazo. Es crucial que el gobierno y las empresas implementen políticas y programas de reentrenamiento y reconversión laboral para mitigar estos impactos negativos. Además, la adopción acelerada de tecnologías disruptivas sin una adecuada regulación y consideración ética podría plantear desafíos en términos de privacidad, seguridad y equidad, lo que requeriría una cuidadosa gestión por parte de las autoridades y los actores del sector privado.
En este contexto, es fundamental que la innovación disruptiva se enfoque en la sostenibilidad y en asegurar un futuro más justo para todas las personas en nuestro país. La adopción de tecnologías disruptivas debería ir de la mano con políticas que fomenten la inclusión digital, la protección del medio ambiente y el desarrollo equitativo. Asimismo, es crucial que se promueva la educación y la formación en habilidades del futuro para preparar a las nuevas generaciones de peruanos para un entorno laboral en constante evolución.
Si bien la innovación disruptiva tiene el potencial de generar beneficios significativos para el Perú, también plantea desafíos y riesgos que deben ser abordados de manera proactiva y responsable. Priorizar la sostenibilidad y la equidad en la adopción de estas innovaciones es esencial para garantizar un futuro próspero y justo para todos los peruanos.
Esta columna llega hoy gracias a Sin Fronteras y Cluster Disruptiva.
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