Desde tempranas horas de este miércoles miles de personas visitaron el cementerio municipal de Pocollay para recordar y rendir homenaje con música, flores y ofrendas a sus seres queridos que partieron de este mundo pero aún ocupan un espacio en su corazón.
Entre las escenas más conmovedoras estuvo la que protagonizó la familia Quispe, que en compañía de amigos y vecinos armó un altar en memoria de Miguel Quispe Mamani, hijo y padre ejemplar que falleció hace tres años, a quien recordaron como un hombre laborioso y responsable.
«Mi hijo tenía 42 años cuando se fue en el tiempo de pandemia. Siempre vamos a estar visitándolo cada semana. Es el último de mis hijos, era muy trabajador y siempre supo salir adelante», expresó su padre, Pedro Quispe Apaza. Por su parte, sus amigos de la junta vecinal César Vallejo, quienes lo conocieron desde que nació, lo recordaron como una persona muy alegre y colaboradora a la que le gustaba compartir experiencias y momentos en grupo.
Otro significativo momento vivió la familia Pilco, que rememoró bellos recuerdos al lado de Lauriano Pilco Flores, padre y artista que falleció este año a la edad de 85 años. En su homenaje amigos, hijos, sobrinos y otros parientes adornaron con panes, maná y frutas su tumba, y posteriormente se reunieron para compartir un almuerzo de confraternidad en el hogar donde Pilco residía.
«Él se caracterizaba por ser una persona muy fuerte, no se dejaba doblegar por los dolores. Le gustaba la música, tocaba la tarola desde muy temprana edad», manifestó su hijo.
En tanto, la tumba de Jesús Choque, joven padre músico que dejó este mundo hace cuatro años, recibió la visita de vecinos y familiares.
«Era muy sociable, lamentablemente falleció muy joven. Fue un excelente padre de familia que integraba bandas y era muy reconocido», señaló uno de sus vecinos.
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