La polémica reunión que sostuvieron varios alcaldes de Puno con la presidente de la República, Dina Boluarte, ha sido cuestionada, porque sobrepasó los límites de la «sobonería» y descaro.
El cónclave realizado la tarde del 18 de julio, un día antes de la «Tercera toma de Lima» en Palacio de Gobierno, tuvo como cabezas de la delegación puneña al alcalde de Carabaya, Edmundo Cáceres Guerra; y el de Azángaro, Salvador Apaza, y una quincena de burgomaestres distritales.
Según lo presentes, la autoridad de Carabaya se excedió en adular a la jefa de estado y tácitamente, de menospreciar las luchas sociales programadas para el 19 de julio.
«No vamos a permitir que un grupo minúsculo de intereses políticos quieran desviar el destino que usted cómo presidenta sueña… Y, aquí nos tiene a los soldados, a los primeros soldados para poder, para poder señora presidenta, encabezada por su persona y sus ministros, a buscar el desarrollo de nuestro país, y así tiene que ser», exclamó Cáceres Guerra, quien se sentó al lado izquierdo de la presidenta Dina Boluarte.
Más adelante, el alcalde Acora, Hernán Cristo Arcaya, secundó sus palabras con menor tibieza.
«Nosotros venimos por la gobernabilidad, por el desarrollo de nuestra región de Puno, y supongo que los que están presentes aqui, por el desarrollo del Perú. No podemos permitir que un sector que hay, que desuna al país, presidenta…», acentuó.
Momentos antes, el burgomaestre azangarino, hizo un llamado a la tranquilidad.
«Señora presidenta, buscamos la paz, y la paz debe reinar en cada corazón, y así construir un Perú profundo de hermanos. El que les saluda, el padre Salvador, soy sacerdote, y busco esa paz», expresó .
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