La rabia e impotencia del pueblo juliaqueño contra la presidenta Dina Boluarte no son gratuitas. En sus mensajes a la nación y declaraciones públicas no ha asumido responsabilidad por las 22 muertes en la región y más de un centenar de heridos producto de las protestas.
El 23 de enero ella mintió sin descaro. Dijo que las víctimas fueron abatidas por «balas dum-dum». «Los fallecidos de ese 9 de enero en Puno, ahí donde estaba la Policía custodiando el aeropuerto de Juliaca, no ocurrieron los fallecimientos, sino en las inmediaciones de las calles y que la mayoría de ellos es por impacto de un arma artesanal denominado dum-dum, que la Policía no usa esas armas letales”, señaló y añadió que estas fuerom traídas desde Bolivia por los «ponchos rojos».
A los días se reveló que de los 17 fallecidos el 9 de enero, al menos 9 habían fallecido por proyectil de fusil que usan los policías.
Ni esas pruebas irrefutables la conmovieron para cambiar su versión inverosímil.
MASACRE CONFIRMADA
La unidad de investigación de La República ha revelado que las necropsias practicadas a 18 los cadáveres (asesinados en Juliaca) arrojan que 17 presentan proyectil de armas de fuego, y en ninguna parte especifican el hallazgo o producto de los orificios en el cuerpo, de las irreales balas «dum-dum».
TODO SE SABE…
El expediente fiscal completo sobre la masacre en Juliaca contiene los protocolos de necropsia de todas las víctimas, la lista de efectivos policiales y militares que participaron del operativo y las zonas a las que fueron asignados el fatal lunes 9 de enero.
De los 18, todos, excepto uno, murieron por heridas causadas por proyectiles de arma de fuego. Uno falleció a causa de múltiples heridas de perdigones de metal.
TRES MENORES
Se detalla que tres menores de edad fueron abatidos aquella tarde. Uno de ellos, Elmer Leonardo Huanca, de 16 años, fue impactado en el tórax por una bala calibre 7.62mm., a la altura del pulmón izquierdo. El proyectil le perforó el diafragma, el hígado y se quedó alojado en el abdomen.
El calibre 7.62 corresponde a los fusiles AKM que usa la Policía Nacional. Jamileth Aroquipa Hancco (17), fue atravesada por una bala de calibre 9 mm., Parabellum, que ingresó a la altura del abdomen. El proyectil corresponde a las pistolas Beretta o SIG Sauer, de uso oficial policial.
La bala que mató a Roger Cayo Sacaca, de 25 años, entró por el ojo izquierdo hasta llegar al cerebro. La familia solicitó que no la extraigan para no desfigurar su cadáver.
El cuerpo de Gabriel López Amanqui tenía 72 orificios por disparos de perdigones. Uno de ellos cruzó el pulmón y le llegó al corazón. Ninguno de los perdigones salió del cuerpo. La fotografía de los impactos es espantosa, parece una coladora mortal.
Según las pericias fiscales, 17 fallecidos presentaban heridas compatibles con los proyectiles de armas de fuego con las que cuentan militares y policías. Lo que afianza las imputaciones a las fuerzas del orden es que el fatídico 9 de enero los efectivos de la PNP salieron con pistolas, escopetas y fusiles AKM.
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