La agricultura familiar es una opción para garantizar la seguridad y soberanía alimentaria, surge también como una opción de solvento económico en las zonas rurales y una alternativa para combatir la desnutrición y anemia en los niños del Perú. Esta filosofía de vida se practica en el altiplano, con muy buenos resultados.
Bajo esos tres pilares, en el año 2017 nació la Red Nacional de Mujeres Productoras de la Agricultura Familiar (Renaf), organización social sin fines de lucro, que bajo la fundación y dirección de damas dedicadas a la producción agrícola, replicó estas experiencias.
En un inicio se agruparon mujeres viudas, solteras y ancianas, luego se sumaron muchas más, que cuentan con el apoyo de sus maridos e hijos. Esta iniciativa la conforman familias rurales de Puno, Cusco, Ayacucho, Huancavelica y Apurímac.
Sin Fronteras se trasladó a uno de las localidades puneñas donde se practica.
EN PANDEMIA
Mery Aruhuanca, agricultora del centro poblado de Culta, distrito de Acora, narró que con ayuda de la red, empezaron a cultivar en huertos a campo abierto a finales del 2019, ya declarada la cuarentena durante el 2020. “En ese momento, verduras como lechuga, betarraga, zanahoria y cebolla escasearon en el campo, pero empezamos a cosechar y hasta pudimos vender estos productos o enviar a nuestros hijos que radican en las ciudades”, afirmó.
CON EL AYNI
A principios del año 2021 alrededor de 20 familias de Culta, construyeron invernaderos para cada familia con la participación de todos, costumbre andina conocida como ayni. Es así que decidieron sembrar otros tipos de productos. Sin embargo el desconocimiento, sobre técnicas de germinación, eliminación de plagas y fertilización de tierras, fue todo un reto para estas familias.
Es así que, una vez al año, se realiza el encuentro nacional del Renaf, donde agricultores con experiencias exitosas en el cultivo de diferentes productos (yachachis), enseñan a sus pares de otras regiones, técnicas de tratamiento de tierras, riego, eliminación de plagas y otras técnicas para una producción efectiva en cada familia. “Al principio, las plantas se morían, les agarraba plaga, pero en la organización nos reunimos una vez al año y contamos con la presencia de los yachachis, ellos no enseñan cómo fertilizar la tierra, eliminar plagas, y otras cosas”, contó Rosa, otra de las agricultoras de Culta.
ORGÁNICO
Una de las principales motivaciones de estas familias para emprender la agricultura familiar es combatir la anemia y desnutrición de los niños de sus comunidades. “Tenemos en nuestras tierras lo que es chuño, papa, cereales y carne, pero falta complementar con frutas, verduras y hortalizas. Estos invernaderos nos brindan estos productos y a los niños les gusta comer, porque son productos frescos y 100 % orgánicos, no utilizamos fertilizantes industriales y eliminamos las plagas de manera natural”, afirmó Elías Cuacallo, uno de los “yachachis” de este centro poblado.
LA REMAF CRECE
Claudia Coari, excongresista y presidenta de la Remaf, refirió que esta organización trabaja con recursos propios. Por el momento se tiene un grupo en Culta, tres en Juli y uno en Azángaro. “Queremos lograr en este año que se unan 100 familias más”, afirmó.
Comentó que por el momento las familias trabajan con pepinillo, vainita, tomate, espinaca, acelga, fresa, aguaymanto, rocoto, zapallo, lechuga, cebolla y zanahoria y se viene experimentando con melón y sandía. “Queremos que cada familia no solo asegure sus alimentos, sino que, mejorando y expandiendo su producción puedan formar empresas y salir a los mercados”.
Por el momento unas cuantas familias ya venden sus productos en mercados locales. «El objetivo es producir a mayor escala para que las familias puedan tener una estabilidad económica y una mejor calidad de vida. Lo vamos a lograr», asegura la exparlamentaria Coari.
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