Juan Torres fue reconocido recientemente como personalidad meritoria de la cultura.Juan Torres fue reconocido recientemente como personalidad meritoria de la cultura.

El escritor tacneño y docente de la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann Juan Edgardo Torres Gárate eleva una vez más su voz para demandar mayor apoyo a la promoción de la cultura en Tacna, en especial de las entidades financieras que obtienen ingentes ganancias pero no aportan casi nada en favor de la región.

Señala que en Tacna hay un boom cultural, una especie de segunda bohemia de fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI, pero las obras de los jóvenes no se conocen porque no se publican ni difunden.

– ¿Qué significado ha tenido para usted recibir el reconocimiento de personalidad meritoria de la cultura concedido por el Ministerio de la Cultura?

Fue una sorpresa para mí, porque anteriormente lo habían recibido personas prestigiosas que tienen presencia en Tacna, como (Luis) Cavagnaro y (Fredy) Gambetta. Luego, cuando me llega la resolución, no pensé que podría llegar a ese nivel, me quedé sorprendido y obviamente agradecido por la propuesta que se había hecho.

– En Tacna ya ha recibido varios reconocimientos, pero este es el primero a nivel nacional.

Así es, en cuanto a personalidad meritoria de la cultura. Ya había recibido un reconocimiento del concejo provincial como hijo predilecto de Tacna; del Instituto Nacional de Cultura en Tacna, que me otorgó la medalla Vigil, que es importante; y dos veces he recibido la medalla de la Universidad Nacional Jorge Basadre.

– Si bien es cierto reconocimientos como estos son un aliciente, ¿no considera usted que una distinción tangible sería que reciba ayuda para la publicación de sus obras?

Eso sí. Por ejemplo, debo agradecer a la Universidad CIMA, que me publicó la novela “Callejón de paja”; a la misma universidad nacional, que cuando no había un consejo editorial me publicó la primera novela “La agonía de un cínico”; al gobierno regional, que me apoyó con “Momposina”, y en las demás publicaciones he tenido que invertir sin la posibilidad de recuperarlo, porque la venta de libros en Tacna es muy lenta.

Uno solo aprovecha para recuperar algo en el momento de la presentación del libro. Por eso es importante que las instituciones, siempre lo he dicho en voz alta, no solo los gobiernos regionales y las municipalidades sino las instituciones financieras que operan en Tacna, los bancos, las financieras y las cajas que medran en la ciudad y que ganan fuertes intereses, apoyen la cultura, pero se despreocupan de ello.

– ¿Considera usted que el gobierno regional debería tener un fondo editorial?

Exacto, para apoyar a jóvenes que escriben. En Tacna hay un boom de la cultura, hay una especie de segunda bohemia de fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI, hay un conjunto de artistas plásticos, poetas, que son de primer nivel; sin embargo, las obras de muchos de ellos no son publicadas, y eso es importante tenerlo en consideración.

– ¿No considera que personalidades e intelectuales como usted podrían realizar una cruzada para que las entidades brinden mayor apoyo a la cultura y los talentos jóvenes no se frustren?

Hubo intentos. Jesús Gordillo hizo llegar un documento al exalcalde provincial Luis Torres. Se comprometió a depositar un fondo de S/ 250 mil en la caja municipal para que sirviera de capital para la edición de libros, pero quedó solo como una promesa.

– Para la gran mayoría la pandemia ha sido motivo de encierro y estrés. ¿A usted cómo le fue en este tiempo?

Para mí ha sido un tiempo importante, porque como no se podía salir y no había clases tampoco, entonces me dediqué a escribir y he producido un libro que lleva por título “El retorno de los griegos”, que será publicado por el consejo editorial de la universidad, donde se incluyen cuentos y varios ensayos que tienen que ver con la presentación de libros que he hecho en Tacna. Aparte de eso, un libro más sobre cuentos y he logrado armar dos novelas cortas que en dos o tres años podrían estar publicándose.

– ¿Cuánto de realismo hay en sus novelas y cuentos?, porque en una historia no existe ciento por ciento de ficción…

Es cierto, no existe literatura realista. ¿Qué cosa es la realidad? Lo que estamos viviendo en este momento, el momento en el que se escribe se convierte en ficción, deformas la realidad, entonces el realismo no existe. Lo que pasa es que el escritor, el artista, pintor o escultor, parte de un hecho real y luego lo va ficcionando, deformando para llegar al nivel que desea.

¿El estilo influye en algo en esa deformación de la realidad?

No, es la persona. Cada quien tiene su propio estilo. Tú lees a un poeta y te das cuenta de quién es sin ver la firma. A mí me ocurre en los cuentos: leo sin saber y luego me doy cuenta de quién es la historia.

– ¿Dónde se siente como pez en el agua, en la novela o en el cuento?

En el cuento me siento mejor, porque la novela, si es larga, tengo que decirlo con mucha claridad, en Tacna no hay tradición de novela larga.

Entonces sé que una obra de 400 o 600 páginas no la van a leer, por eso es que la última novela que he escrito, “Dios, el monje y la diva”, no tiene más de 70 páginas. Es una novela que se puede leer en una sola sentada, que puede ser catalogada como cuento largo o novela corta.

– De los cuentos que ha publicado, ¿cuál considera que es el que le ha demandado mayor esfuerzo, dedicación y de alguna manera es su hijo predilecto?

Me costó mucho “Operación Cóndor”. Había ficción y realidad, pero tuve que ficcionar mucho para darle el contenido que quería darle. Además, trabajar con Cortázar y Piglia, dos escritores argentinos. No conozco Argentina, pero de uno había que extraer el paisaje bonaerense y la cuestión constructiva de Cortázar, entonces resulta un poco complicado.

– Y a nivel de novela, ¿con cuál se identifica más?

Me ha ido muy bien con “Callejón de paja”. Hay realismo, pero muchos me dicen «¿quién es el niño que violaron en Pacheco Céspedes?». Nunca hubo un niño violado, fue de otro sitio, yo lo traje al barrio.

El sargento que hace las investigaciones ni se enteró de la violación, así funciona la ficción. Lo pongo a él como investigador y como persona que finalmente desentraña el misterio.

– ¿Cómo lograr forjar una historia con tanto realismo de la ficción?, porque cuando lo lee parece que lo estuviera viendo.

Hay una mezcla de crónica y ensayo, porque hay partes en las que da impresión de que se trata de un ensayo que se va ficcionando.

Creo que es producto de la lectura. Soy un lector muy desordenado, no en el sentido de que leo parte de los libros sino que leo a varios autores. Además, en lo último que estoy escribiendo hay mucha influencia de la filosofía y la sociología.

– ¿Cómo incentivar la lectura en los niños y jóvenes en una etapa en la que lo digital se impone?

Antes de la pandemia he estado en muchas instituciones educativas, he conversado con los jóvenes y hay receptividad, pero no invitan a mucha gente. Lo primero que me dicen es “cuando compramos el libro, antes de que venga, no sabíamos que usted estaba vivo”.

Tienen la idea de que los escritores han muerto, entonces ven un muerto cuando uno va a hablar con ellos, pero cuando uno está allí se entusiasman y piden consejos para escribir. No todos van a ser escritores, pero me interesa que sean lectores.

– Generalmente un escritor trasciende a través de sus obras, pero ¿usted ha sentido el impulso de transmitirlo en vida a las nuevas generaciones?

Sí, por mi trabajo como educador. No puedo dictar una clase si a la vez no la ficciono. Dicto, por ejemplo, el curso de Filosofía y entro a un tema serio a través de una anécdota o un tema de literatura, sociología o política, entonces logró motivar al estudiante y luego desarrollo la clase.

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