Miguel Pino PonceMiguel Pino Ponce

La oratoria caudalosa y pulcramente demagógica de Fernando Belaúnde Terry cautivó a una generación harta del veto a Haya de la Torre y del inmovilismo político al que –una vez más- la había sometido la feroz dictadura militar que sufrió el Perú con Odría. Por eso, cuando salió a la palestra el joven profesor universitario, lo hizo en compañía de sus alumnos y de los amigos de ellos. Todo esto lo relata novelísticamente Mario Vargas Llosa en “Conversación en la catedral”, y si hoy lo cito, es para ilustrar y desasnar a los acciopopulistas ortopédicos que hoy llenan sus listas al Congreso.

Estos, sobre todo los de Puno, no tienen idea de quiénes fueron Manuel Ulloa Elías (el polifacético empresario y político liberal), Javier Alva Orlandini (el promotor de la inquina entre Puno y Juliaca) y José María de la Jara y Ureta (ministro del Interior que quiso combatir a los guerrilleros con cebollas en lugar de balas).

La corrupción volvió a respirar al igual que la subversión: en su primer gobierno nacieron y se desarrollaron las guerrillas, y en el segundo gobierno, Sendero Luminoso. Será por eso que hoy ruegan estas hienas para que vuelva otra vez el despistado populismo al poder. Hoy, con un candidato que de economía sabe tanto como yo de ordeñar vacas. Pero ni hablen de lucha contra la corrupción, si en su primer gobierno reventó el escándalo de la pérdida de la página 11, donde estuvo implicado PPK, y el del contrabando organizado por la cúpula militar de Velasco (una de las razones por las que dio el golpe de Estado, así lo reconoce María del Pilar Tello en su libro «¿Golpe o revolución?»). En su segundo gobierno fue peor. Aquí los hechos:

– El caso Guvarte: Involucró al ministro de Justicia, Enrique Elías Laroza (del PPC, su aliado político). Este firmó contratos para la construcción y equipamiento de centros penales con la compañía española Guvarte a un altísimo costo sobrevaluado. El contralor general Cussianovich lo denunció por malversación de fondos, pero el caso fue abandonado cuando Elías adquirió inmunidad parlamentaria al ser elegido diputado en 1985. ¡El pueblo lo hizo!

– El caso Vollmer: Ahí estuvo Manuel Ulloa, dirigente acciopopulista, que era a la vez un empresario con intereses en las comunicaciones, el diario Expreso y el canal 5 de televisión. Ulloa favoreció al conglomerado empresarial venezolano Grupo Vollmer (del que era accionista y miembro del directorio) en la venta de Irrigadora Chimbote S.A. Este escándalo ocasionó que en diciembre de 1982 Ulloa renunciara a su cargo político. ¡La conquista del Perú por los peruanos!

– El caso Bancoper: Involucró al Estado en un intento frustrado de rescatar a Bancoper, del Grupo Bertello. A favor de dicho banco el Estado usó 30 millones de dólares del BCR y del Banco de la Nación, procedimiento irregular que generó en el Congreso una acusación constitucional (1985). ¡Adelante!

– El caso Mantaro-Pachitea: Involucró a dos ministros del gobierno belaundista que aceptaron una deuda de 73 millones de dólares, generada por las pérdidas en el arriendo y posterior “compra” del Mantaro y Pachitea, dos naves de carga inservibles. ¡El Perú como doctrina!

Ya me imagino lo que pasará si vuelven al gobierno como los espantos del más allá. ¿Me responderán los neófitos candidatos acciopopulistas?

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