MIGUEL PINO PONCEMIGUEL PINO PONCE

Oliverio Cromwell, quien es célebre por haber cerrado nada menos que el parlamento inglés (base de toda la ciencia política parlamentaria) y poner el letrero “On rent” (se alquila), en la puerta; resulta que antes de hacerlo les dio un ultimátum: To mend, or to end” (cambiar o perecer). Si eso pasó en 1653, la frase conminatoria puede tener vigencia en la hora de ahora, y en otro espacio-tiempo-histórico (Haya de la Torre dixit). Y es que la pandemia sin precedentes, que a toda la humanidad abate, ha mostrado que, quien y cómo sirven las instituciones y los hombres; o si éstos son inútiles, accesorios y prescindibles.

Y es que a nosotros nos encanta adoptar y adaptar teorías, modelos e instituciones ajenas. Pero nuestra realidad, nos golpea demostrando que no existe una solución “orbi”, sino “urbi”. Es decir: No es de aplicación mundial, sino de cada propia realidad. Y no siendo socialista ni por asomo, debo reconocer lo que Mariátegui legó como reto y proclama a su rebaño (los llamo así, porque no veo ilustración en sus filas, y cada vez son más ignorantes) que el socialismo peruano llegaría sin calco, ni copia. Y esa juiciosa expresión se debe aplicar al estado de derecho, la economía, la organización administrativa. Y no hemos avanzado nada en 200 años. Hemos cambiado de nombre la organización de la España virreinal, porque resulta que cada Departamento se ha convertido en una Región.

Pero las taras del centralismo al que tanto hemos atacado, se han transferido casi por ósmosis a la incapacidad de gestión de los gobernadores regionales. No existe uno solo que pueda mostrar gerencia, es decir DECISION. Se han convertido, los otrora llamados ampulosamente “presidentes” regionales, en caciques, en remedos de sátrapas; en actores de ópera bufa. Se atreven a desafiar la organización del Estado Peruano, tiran por la borda el art. 43 de la Constitución; y lo peor: Se erigen en cotos de caza cerrados, en estados liliputienses, que hasta abjuran del modelo económico nacional, convirtiéndose en enemigos del estado nacional. Hubo en Puno (tenía que ser) un siniestro personaje, que hablaba sobre el “federalismo-regional”, que al cambio era la cabeza de un burro con el cuerpo de una llama. Porque entre el federalismo, donde cada estado, cede soberanía al estado nacional; en el modelo descentralista, el estado nacional, cede competencias a las regiones. Pero cuando no se conoce de definiciones básicas de ciencia política elemental, se comete cualquier dislate. Eso pasa, cuando se ha conseguido el título en base a chantaje, “trabajos” o “separatas”, pero no de lectura crítica de libros.

Y todo esto nos demuestra que la famosa “gerencia pública”, no existe. Porque gerencia significa tomar decisiones, pero si toda actuación está bajo la espada de Damocles, y teñida por el manto nada sagrado de la corrupción, entonces funciona el gran aporte de la burocracia peruana a la ciencia administrativa: En la duda abstente. Y es mejor no hacer nada y cobrar; que hacer algo y ganarse un juicio. Por eso, debemos de ir al cambio de la organización regional. Solo deben ser electos los Consejeros Regionales. El gobernador regional debe ser designado por el Presidente de la República, para que pueda ser cambiado las veces que sea necesario si no sirve, sino cumple.
¡Vaya paradoja! Se cambia ministros como focos quemados, pero a los inútiles gobernadores regionales no se les puede cambiar! No hay duda que no hay coherencia en nuestro endeble estado peruano.

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