MIGUEL PINO PONCEMIGUEL PINO PONCE

En los tiempos del parlamentarismo peruano ilustrado, los apristas (hoy especie en extinción), cuando había un endeble gabinete, al cual no le podían dar un voto de confianza pero tampoco negársela, idearon el “voto de esperanza”.

Con eso mantenían en el limbo al gabinete, pero lo habilitaban para gobernar. Hoy, cuando prima la ignorancia casi proverbial entre los bisoños y absolutamente neófitos congresistas, es evidente la falta de destreza política. Pero si eso le falta al circo parlamentario, digamos que al gabinete Cateriano le sobró terquedad y sentido común. Presentar ante el presidente de la República a un “surfista” cuya experiencia en el sector del Ministerio de Trabajo era tanta como la que tienen los precarios congresistas de hoy, o mantener tercamente al ministro de Educación, cuestionado por sus antecedentes en la Sunedu, era a todas luces una provocación. Mantenerlos a los dos era alimentar tarántulas, pensando que se van a domesticar.

Pero vaya paradoja, y demostrando que Luis Alberto Sánchez tenía razón al decir que la política “es la ciencia de lo posible”, resultó que los archienemigos de ayer, los fujimoristas, votaron masivamente a favor de Cateriano. Acción Popular reveló la certera definición sobre que son una “federación de independientes”. Ahí cada uno vota como quiere. Sin embargo, el resultado demostró una vez más que tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo están totalmente alejados de la realidad. Ninguno de ellos mira la perspectiva del tramo final. Este es un gobierno de salida (in partibus, como decían los romanos), y no puede presentar un plan de gobierno como si tuviera un horizonte de cuatro años. Este es solo para hacer un balance y liquidación. Y sobre todo lo último, porque no sabemos ya cuántos serán los sobrevivientes al covid-19, porque sus hermanas putativas, la corrupción e incapacidad de los gobiernos regionales, se disputan en presentar la mayor cantidad de muertos.

Quién sabe y era mejor que como estrategia el gabinete hubiera presentado ante el Congreso una iniciativa tendiente a intervenir o suspender las acciones de los gobiernos regionales. Son una absoluta rémora, y son además un nido de inútiles y convenidos burócratas, eternos vividores del presupuesto nacional. Pero prefirió hablar de generalidades, sin medidas concretas. Así nunca obtendría confianza alguna, más aún que el fin de semana reventaron semejantes denuncias sobre un nuevo club. Antes era el “Club de la Construcción”, ahora es el “Club de los Tenistas”. Antes eran los “tarjetazos”, hoy son los “raquetazos”, y el único mérito que tienen los nuevos vampiros del presupuesto nacional son el haber compartido un “court” de tenis. ¡Son tan lindos, que dan ganas de disecarlos!

Lo triste es que dentro de esta guerra contra el enemigo silente pero mortal, en lugar de trazar una estrategia conjunta, nosotros mismos nos disparamos. Y la clase política no se entera sobre la cantidad de muertos que a diario se revelan, sin tener ninguna solución, medicinas, personal de salud, y sobre todo con incapacidad. No sirve de nada la lucha política sin resultados. Cada día que pasa manteniendo a inútiles en los gobiernos regionales es otro atentado terrorista. Tienen que intervenirlos, tienen que cesar en sus funciones a los gobiernos regionales, no se puede tener solo un 40% de ejecución presupuestal en temas de salud. La vida humana no es juguete ni valor de cambio.

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