MIGUEL PINO PONCEMIGUEL PINO PONCE

A ella probablemente no le importe que haya “surfistas” en el Gabinete, aquellos que se burlan del queso huancaíno, bajo la tácita complacencia del Presidente, quien al parecer no lo conoce, más que por referencias del súper tránsfuga Cateriano. A ella tampoco le importará que, demostrando una absoluta falta de cuadros profesionales, haya reclutado a Pilar Mazzeti, la dos veces Ministra de un gobierno caracterizado por la corrupción como el de Alan García. Lo único que quería Celia, era que Vizcarra vaya a ver las condiciones inhumanas en las que, pasan sus últimos días los afectados por la pandemia en Arequipa: En carpas. Era todo lo que quería.

Pero como siempre, el país oficial está en el otro extremo al país real. Y todos vimos cómo los eternos acólitos a cuanto gobierno haya, se vuelven la más abyecta cortesana para aparecer en la foto. Por eso vimos pasar a una retahíla de carros oficiales, los cuales tienen tanto cerebro como los burócratas que momentáneamente los usan ¿Es más importante hacerle la corte al Presidente, o dedicarse a solucionar los problemas lacerantes? Pero no, demostrando lo cortesano que es el burócrata peruano, trataron de tapar el sol con un dedo; pero se le notaban demasiado las patas al caballo. Era como tratar de meter en el bolsillo, la tabla de surf del Ministro de Trabajo, que con su elocuente silencio dice ¡O sea loco, conmigo no es!

Por eso, la airada protesta que ha hecho eco a nivel nacional, y ha desnudado por completo al redomado burócrata peruano, aquel que vive de la verdad salida de los memorándums, del que cree que apareciendo en la foto junto al ocasional director regional, asegurará su precario puesto. O el que – al igual que la Corte Suprema en casos difíciles- resuelve no resolver, y decide no decidir. Porque sabe que en el Perú, los problemas se resuelven solos, o no se resuelven nunca.

Y es que ese falso-positivo, esa vacuna bamba; ese cheque sin fondos llamado “regionalización” (que al cambio es solo una “departamelizaciòn”) y que ha elevado a cada monigote a la calidad de ser un cacique; es un fracaso absoluto y estrepitoso. No sirve para nada, excepto para crearse caudillos con pies de barro, liderazgos provincianos que tienen tanto contenido como una botella de trago en la madrugada. Y de tragos y blancas madrugadas sabe bien el nefasto personaje que por obra y gracia de este “abuso de la estadística” como calificaba Borges a la democracia, está en la gobernación regional. No sabe que hacer allá, pero lo peor; es que tampoco saben cómo sacarlo: Es el hombre que no podía irse. Todos saben que es culpable de cuanto delito le han imputado; y lo peor: El también. Pero la condena la sufren todos en su región, tan altiva, tan orgullosa; tan aristócrata. Pero con un gobernador que nos hace recordar a la invasión bárbara, al imperio romano.

Pero a Celia, todo eso no le importa; solo sabe que no hay camas, que no hay oxigeno; y que no hay médicos. Y que la peor plaga, es la falta de decisión y de humanidad. Que por gusto están los cacareados “webinar”, seminarios o ridículos cursitos de “Derechos humanos en la pandemia”, cuando ni con esos se cambia de mentalidad, ni tampoco se obtiene lo que ella, como toda la población reclama: Decisión, y sobre todo personalidad: Si uno no puede solucionar un problema, mejor dar un paso al costado. Pero cuando el orgullo es más grande que el cerebro, probablemente las ideas salgan de un lugar donde la espalda pierde su nombre.

Celia, tu sin tener carguitos bobos de representación; con solo tu grito y tu reclamo a la indolencia de la comitiva presidencial, hablaste por todo el Perú. Pero vaya coincidencia, tu grito elocuente, hizo eco en el vacuo congreso, pero cuyos integrantes, resolvieron -cual dispendio en el Palacio de Versalles- pedir un avión para ser transportados a Arequipa ¿No era mejor, enviar uno cargado de medicinas donados por todo el Congreso? No hay duda que eso lo podría pensar hasta una zanahoria, pero no estos congresistas.

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