Parte de mi rutina diaria es revisar las principales noticias a nivel mundial, y estas semanas han sido especialmente bélicas. Aunque quería escribir sobre temas más positivos, la coyuntura me exige abordar la guerra y su relación con la innovación. Este es un tema muy importante, porque lo que sucede más allá repercute también acá.
Hagamos entonces un repaso histórico de las guerras mundiales y la innovación:
Primera Guerra Mundial: la era de la mecanización y la guerra aérea
La Primera Guerra Mundial marcó un salto cualitativo en la innovación bélica. La aparición de tanques, morteros, lanzallamas y rifles con periscopio cambió la dinámica de las trincheras. Por primera vez, la aeronáutica se utilizó de forma sistemática: aviones de reconocimiento, bombardeo y combate, junto con la fotografía aérea, permitieron obtener inteligencia en tiempo real sobre el enemigo. Estas innovaciones tecnológicas multiplicaron la letalidad y la complejidad de los enfrentamientos.
Segunda Guerra Mundial: ciencia aplicada y tecnología disruptiva
El conflicto global de 1939-1945 fue un laboratorio de innovación. El radar revolucionó la detección y defensa aérea, mientras que la descodificación del código Enigma por parte de los Aliados, gracias al trabajo de Alan Turing, proporcionó ventajas estratégicas cruciales. La introducción de los aviones a reacción y la producción masiva de antibióticos como la penicilina salvaron millones de vidas. El desarrollo de la bomba atómica, resultado del Proyecto Manhattan, cambió radicalmente el equilibrio geopolítico y demostró el poder de la ciencia aplicada a la guerra.
Ahora bien, respecto a la Tercera Guerra Mundial, no quiero sonar conspiranoico, pero Albert Pike, destacado masón estadounidense del siglo XIX, es conocido por una carta controvertida que supuestamente escribió en 1871. La carta describe un plan para tres guerras mundiales que llevarían a un gobierno mundial. Sin embargo, la autenticidad de dicha carta es cuestionada por historiadores y expertos, quienes argumentan que podría ser una falsificación o una interpretación errónea. La carta menciona conflictos entre sionistas y líderes musulmanes que desencadenarían una Tercera Guerra Mundial, destruyendo el poder del islam y el sionismo. La validez de estas afirmaciones es discutida y no hay consenso sobre su autenticidad.
Si a todo lo anterior sumamos el libro «Guerra Nuclear: Un Escenario», de Annie Jacobsen, el cual describe un hipotético primer ataque nuclear de Corea del Norte contra Estados Unidos y cómo podría desencadenar una guerra nuclear global devastadora —explorando los protocolos militares, la respuesta nuclear y las consecuencias catastróficas para la humanidad y el planeta—, podemos inferir que estamos en problemas.
Finalmente, lo último que quisiera recomendarte, es que uses la innovación para hacer el bien.
Esta columna es posible gracias a Sin Fronteras, la Academia de la Singularidad, Cuentic, Vichayito Village, Pier Point Máncora, Barras saludables Nut´s & Co., Cluster Disruptiva, Sal amazónica de Pilluana y a los cafés sostenibles Mishqui Huayo y Forest Coffee.
Y recuerda lo que decía el amigo Juanito: “Tu puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único”.
Hoy te recomiendo a John Lennon y su tema “Imagine”.
Hasta la próxima, si Dios quiere.