El papa León XIV encontró en el frito chiclayano su plato predilecto durante su estadía en Chiclayo, donde se hospedó cerca de la catedral. Este manjar, compuesto por carne de cerdo, camote y yuca, cautivó su paladar, demostrando su gusto por la gastronomía peruana, que disfrutaba sin ceremonias.
Según Carlos, un testigo de sus visitas, el pontífice actuaba como un comensal más, dejando no dinero, sino una bendición como agradecimiento.
Aunque también prefería el cabrito chiclayano, su humildad llamaba la atención, contrastando con la emoción que generó su elección papal.
Robert Prevost, ahora León XIV, conmovió al mundo desde el balcón del Vaticano, donde sus palabras reflejaron la solemnidad del momento, mientras los fieles celebraban entre llantos.