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Petroperú

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El gobierno (si se le puede llamar así) de la presidente Dina Boluarte le acaba de otorgar a Petroperú un rescate adicional por US$ 750 millones. Para entender por qué este rescate es una absoluta tontería hay que tener ciertos números claros:

La utilidad neta de Petroperú pasó de US$ 171 millones el 2019 a US$ -823 millones, no es un error de tipeo querido lector, Petroperú el 2023 PERDIÓ 823 millones de dólares.

El costo de venta supera en 9% a la venta, los gastos de administración son el 70% del gasto operativo total y los gastos financieros ascienden a US$ 267 millones al año, de los cuales el 38% son sólo pago de intereses por capital de trabajo.

Petroperú gastó US$ 22 millones en auditorias y asesorías que evidentemente no han servido para nada. En su memoria anual de 2022 (que es información pública que nadie se toma el tiempo de revisar) el ROA es -2.3 y el ROE -10.2. La deuda total de Petroperú es de US$ 8,500 millones. Del 2021 al 2022 el patrimonio se redujo en más de 700 millones de dólares.

¿Cómo una empresa con estos números va a salir del lugar en que se encuentra con un rescate de 750 millones? Este dinero es para seguir operando un tiempo más pagando una planilla que se estima es 3 veces mayor a la necesaria y para pagar deuda de corto plazo. Es decir, es la crónica de una muerte anunciada, otra vez. Lo triste es que cada vez que creemos que Petroperú termina por morirse lo rescatan, constándonos a todos los peruanos dado que el rescate se paga con dinero público proveniente de la recaudación tributaria y las reservas del estado.

Si Petroperú fuese privada ya hubiera quebrado hace rato y nadie la hubiera rescatado.

De acuerdo a su memoria la compañía tiene activos no corrientes por US$ 7,200 millones que podrían ser suficientes para pagar sus deudas en un escenario de liquidación (habría que ver si esos activos no corrientes valen en la realidad lo que valen en libros). Lo saludable sería dejarla quebrar y liquidarla.

Es insostenible lo que ocurre con Petroperú y es una indecencia que en un país donde hay gente que se muere de frio y de hambre el estado se dé el lujo de seguir con este despilfarro. Es además un prueba adicional de la incompetencia que reina en el sector público, desde quienes en el ejecutivo se niegan a la privatización o liquidación de la empresa estatal, hasta los funcionarios atornillados en ese elefante blanco que, obviamente, se oponen al cese de operaciones de Petroperú.

El Perú y sus sinsentidos nos duele y nos cuesta a todos.

Por: Felipe Navarro Llosa

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