Ayer, en su primer día como «Visitador» de la Prelatura de Juli, monseñor Marco Antonio Cortez Lara, sostuvo maratónicas reuniones con diversas personas a fin de esclarecer las graves denuncias que pesan contra el obispo de Juli, Ciro Quispe López.
Como se sabe, la Santa Sede en Roma, a través de la Nunciatura Apostólica en el Perú, designó el 16 de julio a «Mons. Marco Antonio Cortez Lara, obispo de Tacna y Moquegua, como visitador apostólico, con la finalidad de verificar de manera exacta la situación de referencia».
La actuación del prelado ha traído sosiego y esperanza en la feligresía aymara, dado que tras su llegada se creyó que solo atendería a un sector del clero y que sería una odisea para llegar a él. «Tenemos mucha fe en el visitador apostólico, ojalá que siga así. Sabemos que se habría reunido con gente ligada al obispo Ciro y que también se ha reunido con otros que seguramente contaron algunos secretos ya conocidos. Quiera Dios que se conozca la verdad, por el bien de la Iglesia y del pueblo católico», expresó una integrante de la Hermandad Virgen Inmaculada Concepción.
TODO EN ACTA
La fuente nos dio detalles que las reuniones se desarrollan de manera itinerante, no necesariamente en un recinto eclesiástico, sino en diferentes lugares. «Monseñor Marco Antonio Cortez ha sido enviado para ir en busca de la verdad, no que ella venga donde él», narró un feligrés.
Trascendió que en cada una de las citas, estuvo presente un clérigo que hacía las veces de secretario, quien tomaba nota de cada testimonio. «Todo lo que se diga al visitante queda en un acta, nada se tergiversa, esa claridad es la que nos da la esperanza de que se conocerá solo la verdad», agregaron.
SE VA PERO REGRESA
Desde la Prelatura de Juli, nos informaron que retornaría el fin de semana a la ciudad de Tacna, donde es obispo, pero que retornaría el lunes para continuar con su labor en la Prelatura de Juli.
¿FUERA DE JULI?
Aunque no ha sido confirmado, se especula que monseñor Ciro Quispe no se encontraría en la jurisdicción y es porque las normas canónicas establecen que en casos como estos, el investigado ha de guardar saludable distancia para no interferir en las pesquisas.
ACUSACIONES
El cuestionado obispo afronta acusaciones de supuestamente llevar una vida libertina que linda con la lujuria, ya que las personas ligadas a él, que prestaron servicios durante años, han relatado encuentros furtivos con más de una mujer.
Otros clérigos que fueron separados de la Prelatura de Juli, también dan cuenta de despidos abusivos, y también se denuncian malos manejos con los bienes de la Iglesia.