Los avances en la reducción del embarazo adolescente podrían verse empañados tras un repunte en diversas zonas del Perú, alertaron especialistas conocedores de sus aciagos efectos en la vida de miles de niñas y adolescentes: sueños destruidos, proyectos de vida truncados y la perpetuación de la pobreza. ¿Solo es cuestión de mala suerte? Diversos especialistas consideran que no.
En el año 2019 el embarazo adolescente tenía un rostro eminentemente rural. Según la Encuesta Demográfica y de Salud familiar (Endes), elaborada por el INEI, 23 de cada 100 adolescentes de zonas rurales entre los 15 y 19 años ya eran madres o gestaban por primera vez. En zonas urbanas, en tanto, la cifra había descendido a 11 de cada 100 adolescentes.
Sin embargo, como ocurre con diversos temas, había casos que rompían toda regla: Loreto tenía la cifra más alta de embarazos adolescente: 32.8 %.
Patricia Bravo, integrante del equipo técnico de la Dirección de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud (Minsa), reconoce que reducir estos indicadores es una tarea muy compleja, razón por la que se diseñó el Plan Multisectorial para la Prevención del Embarazo en Adolescentes 2013-2021, que sumó ciertas victorias que ahora estarían en peligro.
La rectoría y monitoreo de dicho plan recae en el Minsa. “Para el 2021 se cerró este plan con la meta de llegar al 10.5 % de embarazo adolescente y se llegó hasta el 8.9 %”, destaca la experta. Sin embargo, esta proyección a la baja se rompió al año siguiente. En este momento, los indicadores van hacia arriba».
De acuerdo con ENDES 2023, detalla Bravo, la tasa actual de embarazo adolescente en el Perú es de 9.2% y advierte que los mayores esfuerzos para frenar el repunte deben estar puestos en la zona rural.
“Al finalizar el Plan Multisectorial en 2021, de lo que tuvimos 7.2% en la zona urbana se bajó a 6.8%, pero en zona rural no ocurrió lo mismo. Allí vemos que del 15.6% que se tenía en el año 2021 subió a 18.4% en el 2022”