«Todo lo que hay que decir ya está dicho. Pero como nadie escucha, hay que decirlo todo de nuevo». A priori de esta columna, cito a André Gide. Partiendo de esta premisa o de su propuesta, es que se forma, nuevamente, una oportunidad para ingresar a las raíces del emprendimiento y la innovación.
Para poder escribir estas líneas, estuve preguntando, durante semanas, la opinión de mis amigos que, mediante charlas muy amenas, atípicas e interesantes, me ayudaron a escribir estas palabras. Es así que, conversando con Roxana, Anilú, Fio, Victorjulio, Cielo, Juan Antonio, Bruz, JJ, Toñito, Chini, Chicho y Scrappy, a grosso modo, siempre llegábamos a la misma conclusión:
El mundo está de cabeza, porque mucha gente aún no sabe para qué ha venido a este mundo. No sabe cuál es su misión de vida, en el supuesto caso de que algo así existiera, claro está. Ergo, la falta de un propósito de vida es lo que mantiene hundidos al individuo, a la familia, a la comunidad, a la sociedad y a la humanidad.
Muchas veces hemos leído o escuchado en alguna parte que a los emprendedores nos gusta cambiar el status quo. Que no nos conformamos con lo establecido o que vemos oportunidades que otros no ven. ¿Pero es esta una definición completa del emprendimiento?
La innovación y el emprendimiento están estrechamente vinculados. Cuenta la leyenda que la palabra «emprendimiento» viene del francés «entrepreneur», que antes del sentido económico, trata el concepto del pionerismo, siendo entonces la vanguardia, la exploración o la innovación, el emprendimiento per se.
Partiendo de lo anterior, la innovación y el emprendimiento, técnicamente sinónimos en la era de la cuarta revolución industrial, hoy más que nunca requieren de un sólido propósito para maximizar las oportunidades de éxito y la sostenibilidad, previniendo ex ante los potenciales y posibles cambios requeridos. Para esto, el emprendedor tendrá como misión salir del confort del laboratorio y poner a prueba su solución in situ. Como dice Valeria, si te equivocas rápido, corriges rápido.
Concluyo entonces con una idea para sumar al concepto del emprendimiento y la innovación que no solo se enfoque en cambiar el estado actual de las cosas, empero, además, debe tener un sólido propósito como fundamento, partiendo de la premisa «Mutatis mutandis», un bello latinismo que significa «Cambiando lo que se deba cambiar».
En esta oportunidad, aprovecho para saludar y felicitar a mi amigo José Rolando, que se encuentra en Chicago, Estados Unidos, dejando el nombre del Perú bien alto junto a su Café orgánico Mishqui Huayo, en la feria Specialty Coffee Expo.
Finalmente, y no por eso menos importante, le mando un fuerte abrazo cumpleañero a mis compadres, al simpático Elton, al gran chato Carlos y a mi buen amigo Willy.
Y de postre, como para cambiar el sabor de boca, te recomiendo que después de leer esta columna, escuches la siguiente rola: Truly Madly Deeply de Savage Garden.
Hasta la próxima.