Marco Antonio Samillan Sanga (31) perdió la vida el lunes negro en Juliaca por un impacto de bala cuando atendía a heridos. Él había culminado sus estudios en Biología y estaba a punto de culminar la carrera de Medicina Humana en la Universidad Nacional del Altiplano de Puno.
“Él quería ser el mejor neurocirujano de Juliaca“, contó Milagros, su hermana. La familia Samillan Sanga estaba compuesta por ocho hermanos, todos huérfanos. Ahora han quedado siete. El médico internista dejó de existir luego de que una bala atravesara su cuerpo a la altura del tórax, muy cerca al corazón, se desangró y a pesar que trataron de reanimarlo fue inútil. Sus compañeros junto a él con los que había formado un grupo voluntario de jóvenes que iban en ayuda de los heridos en los enfrentamientos cerca al aeropuerto auxiliaban a todos sean manifestantes o policías, pero fue una bala la que acabó con sus sueños.