Hasta hace una década, la selva puneña avizoraba un futuro sombrío porque era invadida por cultivos de hoja de coca, que crecían de manera incontrolable en complicidad con la ausencia del Estado.
Como las políticas de erradicación forzada no eran los esperados, intervino la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), impulsando los llamados «cultivos alternativos». En un inicio no se tuvo acogida porque producir frutales no era rentable, como sí lo era la siembra y cosecha de la hoja milenaria. Los pocos agricultores se desanimaban y regresaban a las faenas ‘cocaleras’.
Han pasado los años y recién se puede respirar un aroma prometedor. Las experiencias exitosas del mejor café del mundo que hoy se cultiva en los valles de Sandia, inspiran a los productores en el distrito de San Gabán, provincia de Carabaya.
ERRADICAN COCALES
Acá, prácticamente, se ha desplazado el cultivo de la hoja milenaria por frutales, en su mayoría cacao, piña y cítricos.
Don Cirilo Rosel Cáceres, tiene su parcela en el sector de Sangarí, centro poblado de Icaco, que luce robustos plantones de cacao. Casi una década lo hizo con desánimo porque otros programas no eran sostenibles.
Hasta que a inicios del 2021 los ingenieros de la Actividad Productiva de Cacao, de Devida, ingresaron a su chacra, encontrando las plantaciones ‘agonizantes’.
A él y sus cuatro hijos les transmitieron técnicas de manejo responsable y sostenible. «Hubo mucho por hacer, desde cambiar las plantas con injertos de otra variedad más resistente, aprendimos a eliminar la maleza, a protegerlos de las plagas con métodos orgánicos (…). Ahora recién podemos decir que el cultivo de cacao es rentable», asegura.
Max Álvarez Pinedo, coordinador de la actividad, comenta que ahora Devida trabaja con 520 familias que tienen parcelas en un área de 619 hectáreas de cacao de una variedad injertada (tronco y raíz del cacao nativo y arranques de cacao ecuatoriano mejorado en Perú).
La parcela «Mayhuanto», de don Cirilo tiene 1 hectárea y media, produce más de una tonelada al año, cosecha cada mes un promedio de 100 kilos, y vaya que le va bien.
CONTROL DE PLAGA
El principal desafío de los cacaotales era la fitóctera, una especie de hongo que produce una pudrición parda de fruto de cacao en siete días. Esta plaga ha sido controlada.
FUNGICIDA ORGÁNICO
Álvarez Pinedo y sus profesionales enseñaron a elaborar esta crema mágica a base de sulfato de cobre y cal agrícola.
«En esta parcela el 95% de frutos era atacada por la fitóctera, la plaga ya ha sido controlada en todas los fundos. También hemos enseñado a acabar con la ‘escoba de bruja’ que arruina las hojas, luego el tallo y todo el plantón (…). Se han vuelto unos expertos en fabricar la pintura cálcica cúprica», sonríe.
MÁS GANANCIAS
Cirilo emprendió el segundo gran paso: procesar el cacao hasta transformarlo en chocolate. La transformación la hace de manera artesanal pero, según indica, no tiene nada que envidiar a los chocolates cusqueños. «El mío es mejor al «Sol» (Cusco), así me dicen los clientes. Tengo mi negocio en Macusani, ahí vendo todo», expresa con orgullo.
MÁS ÉXITOS
En San Gabán inundan las experiencias de éxito. Otra parcela es la ubicada en el sector Juan Velasco Alvarado, propiedad de don Martín Ruiz Cruz, un colono que hace tres décadas migró de Orurillo (Melgar), como obrero de la carretera Interoceánica. Nos cuenta que desde hace seis años se lanzó a la aventura de la producción de cacao. Tiene más de 2 mil plantones en sus dos hectáreas de terreno y hoy los mantiene limpios de maleza y pestes.
Al igual que Cirilo, para Martín no le es negocio vender el cacao con cáscara. En el mercado pagan de S/ 7 a S/ 8, y como él dice. “Es una miseria para tanto trabajo”. En su terreno también instaló un ambiente con techo de policarbonato y calamina, donde procesa artesanalmente sus cosechas hasta convertirlas en chocolate.
RENTABILIDAD
Nos indica que de un kilo de cacao puede extraer unos 700 gramos de chocolate o pasta de cacao. La marca es “Marcahuasi” y una tableta de 100 gramos la vende en S/ 4.50, es decir al procesar y convertir se dio cuenta que sus ganancias se multiplican. “Nosotros tenemos nuestro mercado fijo, a veces no cubrimos la demanda”, narra.
Martín nos muestra en su precario módulo, que el cacao es macerado, luego se esparcen en una rejilla donde se les deja secar por unos días. Después es tostado para retirar la cáscara y llevado al molino artesanal para sacar el chocolate.
DERIVADOS DEL CACAO
Para los productores de cacao no se pierde nada, pues las mazorcas que cargan el fruto de cacao son recicladas para convertirlas en compus y fertilizante orgánico, y el mucílago o jugo que viene en el cacao se hacen vinos y néctares.