Con más frecuencia, los semáforos de la ciudad de Puno se han convertido en el escenario de artistas que, únicamente (en su mayoría), buscan ganarse la vida honradamente; más aún, en tiempos difíciles como la pandemia por la covid-19.
RIVER, EL ‘ROBOT’
Manuel Urbina (37), conocido en el mundo de arte como: «River, El Robot», es natural de Lima, padre de familia de 6 hijos y casado con una mujer cuyas raíces son puneñas.
‘River’ contó a Sin Fronteras que arriba cada cierto tiempo a Puno para derrochar su talento con la interpretación de números como la del ‘Robotín’ (estatua viviente) y muñecos bailarines.
FAMILIA ARTÍSTICA
Manuel Urbina indicó que en las venas de su familia fluye sangre artística. «Mi esposa baila afro, mi hija toca guitarra, mi otra hija hace ballet y mi hijo toca el cajón. Queremos hacer una escuela de arte, es una meta», dijo.
SALIÓ DEL CALLAO
Urbina hacía su trabajo por el semáforo ubicado en el puente Santa Rosa, cuando de pronto una mujer saludó el desempeño del artista, exclamando que así debería la juventud ganarse la vida y no delinquiendo.
Ante esto, Manuel Urbina confesó ser del Callao.
«Vengo del Callao, un lugar bien complicado y decidí salir de ahí para darle una vida distinta a mis hijos y oportunidades diferentes. Mi trabajo nació a partir de mi necesidad económica por mis hijos. La presión te lleva a ser lo mejor de ti o sacar la peor versión; y yo decidí lo correcto», agregó.
BUSCA EL BIEN SOCIAL
«La idea es animar a otros jóvenes a realizar los dones y talentos que tienen, en lugar de sumergirse en vicios. Una vez, por ejemplo, ayudé a un profesional que se había dejado abatir por el alcohol; pero yo le platicaba y con el tiempo salió del vicio y recuperó a su familia.
«La población de Puno siempre me ha tratado bien», finalizó Manuel Urbina.