Pese a la urgencia que representa la agenda política, me parece que mejor sería ocuparse de otros temas menos urgentes, pero esenciales, como la permanente infelicidad o falta de risa en que nos hemos enfrascado. Es decir, ¿por qué somos tan infelices los peruanos?
¿Qué nos falta de lo poco que nos sobra para no reír como debiéramos? La verdad, no tengo la formación profesional para buscar una explicación a esta falta de felicidad, solo me guío por mi experiencia y mis observaciones, donde acabo por concluir que la risa como felicidad es o debe ser un estado de ánimo que debiéramos perpetuarlo.
Henri Bergson publicó hace muchos años un libro simple, pero acucioso, «La risa», cuyo título es nada pretencioso, donde advierte que esta “chispea como la espuma del licor. Es alegría. Pero el filósofo que la recoge para saborearla, encontrará algunas veces por una exigua cantidad de materia, una cierta dosis de amargura”.
Tal vez el origen de nuestra casi permanente falta de risa sea la frustrante vida cotidiana personal y social. Donde los parámetros de éxito y fracaso están bien arraigados, porque la mayor de las veces hacemos lo que no queremos.
Me explico, un elevado número de ciudadanos trabajan en algo que no les gusta. Es decir, su día a día es casi una tortura. Hay madres y padres que nunca quisieron ser tales o, como se dice vulgarmente, se “llenaron de hijos”, y al final arrastran una frustración al postergar sus sueños e ilusiones por sus obligaciones.
¿Cuánto de lo que hacemos cotidianamente lo cumplimos por obligación? Sin ser pitoniso, más del 90%, y el 10% restante es lo que anhelamos, lo que alguna vez buscamos o soñamos, algo que nos iba a conducir a la felicidad pero que siempre se nos escapa como el licor bergosiano.
No voy a dar un código de felicidad ni menos un recetario, solo buscar en las cosas simples de la vida atrapar ese breve instante chispeante que tiene la vida. Buscar y hurgar en lo que trabajamos, un resquicio que nos haga felices, porque por lo menos tenemos trabajo. Hay miles que no lo tienen.
La risa debemos generarla, como esa conjunción entre materia y espíritu, para buscar en lo simple algo que nos haga sonreír. La risa es el escudo que tenemos para detener la infelicidad en que nos hundimos. Es el último y mejor recurso para hacerle frente a los embates de la vida.
La risa es apenas el pequeño escudo que tenemos para hacerle frente a tanta desdicha, a tanta muerte, a tanta infelicidad, sin olvidar que todos tenemos una misión, sea cual fuere, y si la encontramos, mejor, sin olvidar que muchos buscan ser felices o reír, olvidando que esta es como la chispeante burbuja que siempre se nos escapa. Es mejor guardar esos breves instantes en el corazón y no en la mente, para reír antes que llorar.