Lo escucho una y otra vez al desorientado ministro de Educación, Ricardo Cuenca Pareja (¿de dónde apareció?), insistir en la necesidad de las “clases presenciales”, cuando en plena pandemia los profesores siguen en la cola de los posibles candidatos a vacunarse. Tamaño desatino.
Ahora ha salido con el cuento de que una vez que lleguen las vacunas. En fin, vendecuentos por donde se le mire, porque el cargo le sigue quedando tan grande que miles de escolares siguen esperando sentados, obvio, las famosas tablets que les ofrecieron.
En colegios privados, desde el pasado 1 de marzo se iniciaron las labores, con pros y contras Buscando la mejor forma de adaptarse a las clases virtuales. Mientras que en los estatales desde el 15 de este mes se iniciará el Año Escolar 2021, y otros miles de estudiantes se quedarán sin estudiar, porque simple y llanamente la conexión digital es una quimera. Una posibilidad. Una ilusión. Una vergüenza de tantos gobiernos, a cuyos gobernantes nunca les interesó educar a su pueblo.
Sumado al despistado ministro, nos percatamos de que el gerente regional de Educación, Raúl Sánchez Miranda, sigue sin entender qué hace en el cargo, porque como buen “rojo”, fue siempre incendiario y ahora acaba de bombero. Toda una proeza a la inutilidad, cuyo único mérito es ser amiguísimo del gobernador Élmer Cáceres. Plop.
Mientras, los profesores deben apelar a sus computadoras, a pagar su internet y tratar de prepararse para las clases virtuales, que tanto les cuesta, porque nunca estuvieron preparados y tampoco muchos no quieren hacerlo, es la verdad. Muchos creen que solo es prender la computadora y hablar frente a ella, como un extenso monólogo, que saben cuando empiezan, pero ni la menor idea de cómo y en qué acaban. Un completo desastre.
Si así están las autoridades, queda poco para imaginar a los millones de escolares, que solo atinan a memorizar y repetir hasta el cansancio, sin una pizca de reflexión en sus discursos, o por lo menos que aterricen en nuestra pobre y absurda realidad.
Al final escucho a los candidatos presidenciales, y ni uno solo se ocupa del tema educativo. Ni uno solo. Para comprender que cómo les digo a mis alumnos que la universidad solo pone el 10% y el resto depende de cada uno. Lo mismo para los escolares. La pura verdad.
Pocos se dan cuenta que una buena educación es la única arma que nos sacará de la pobreza intelectual, de la miseria espiritual, luego todos nos preguntamos ¿por qué tanta corrupción? Por la pésima educación, mi querido Juan Pueblo. Una pena. Una verdadera vergüenza nacional.