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¿Y cuál es el mal menor?

Wilfredo Mendoza

Wilfredo Mendoza

La verdad, sobran temas para esta columna; son tantos, desde el “vacunagate” (obvia alusión al escándalo Watergate en USA), la Mazetti, las vacunas, o los impresentables congresistas, que siguen actuando de espaldas al país. Hasta aterrizar en Arequipa, con el locuaz (cuando le conviene) Élmer Cáceres, o el “Chatito” uñas largas de Omar Candia, quien no puede culminar con éxito las obras de la calle San Juan de Dios. Dos auténticos fracasados.

En esta oportunidad, me sigue intrigando el tema de los candidatos presidenciales; más del 70% del electorado sigue en duda, no sé, o mejor vicio mi voto; y a este paso, casi casi pedimos que mejor nos dejen sin presidente.

Vamos con los punteros, George Forzay (semejante huachafada), Yonhy Lescano, Verónika Mendoza y Keiko Fujimori; los cuatro primeros, quienes curiosamente se encuentran sin trabajo. El exarquero renunció a La Victoria y de puro vago ofrece trabajar por el país.

Lescano, los últimos 20 años vivió de la teta congresal y nada más. La Mendoza, que sepamos, nunca tuvo oficio conocido, salvo secretaria servil de Nadine Heredia. Y peor Keiko, que siempre ha vivido del botín que robó su padre Alberto. ¿Cómo pretenden ofrecer trabajar por el Perú los 4 vividores de quién sabe dónde?

Por lo menos, el dueño de nada, César Acuña, tiene varias universidades, aunque no sabe ni hablar, porque cuando le preguntaron ‘¿de dónde sacará los 600 soles mensuales para 5 millones de peruanos durante un año?’, fresco como una lechuga respondió: ¡No sé, pero lo haré…! Una verdadera joya falsa.

A este paso creo que vamos, otra vez, por el mal menor, ¿y cuál es el mal menor? Ninguno, porque ninguno ha dicho en forma clara y directa cómo enderezar el perdido rumbo del barco llamado Perú. Todos ofrecen el oro y el moro, pero falsas promesas, sin mayor sustento ni criterio técnico. Puros payasos de la política, porque ni cólera provocan, salvo marchitadas risas, ecos de tiempos pandémicos, que le dicen.

¿Y ahora? Quisiera tener una sola certeza, pero navego en un mar de dudas, porque con estos aventureros del poder, me queda en claro que estoy por animarme a ingresar al ruedo político, porque lo único que exige el peruano es ‘¡déjenme trabajar!’. Nada de regalos, dádivas o falsas promesas. ¿Es mucho pedir, señores candidatos? Pues dejen las tonterías de lado y digan su plan de gobierno, si es que lo tienen. Lo tienen, ¿verdad? Solo escucho carcajadas.

Ese es el problema de los políticos peruanos, que solo buscan servirse en lugar de servir. Señor Forzay, Lescano, señora Mendoza y Fujimori, no hablen por hablar. A veces es mejor quedarse callados frente a tantas estupideces que vociferan; ¿o no, señores Rafael López Aliaga y Daniel Urresti?

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