La economía mundial, regional y peruana atraviesa una coyuntura difícil y compleja por el impacto del virus de la COVID-19, que ha provocado una crisis de consecuencias demoledoras con enorme impacto en el día a día de miles de hogares, los que han visto reducidos sus ingresos familiares debido al confinamiento obligatorio que dispuso el Gobierno en su intento de evitar una mayor propagación del virus. La pérdida de empleos y recortes remunerativos son consecuencias directas de la epidemia que hoy nos agobia.
El economista Diego Macera, gerente del Instituto Peruano de Economía (IPE), en amplia entrevista con diario Sin Fronteras evalúa la situación actual del país y qué viene este año ante la proximidad de las elecciones presidenciales del 11 de abril. Además se refiere a las regiones Arequipa, Tacna y Puno y brinda consejos a las micro y pequeñas empresas para que continúen vigentes en un mercado cada vez más competitivo.
– Luego de haber tocado fondo el 2020, ¿cómo percibe el rebote de la economía peruana este 2021?
La sensación es de cauto optimismo. Luego de una de las caídas más fuertes del mundo por un pésimo segundo trimestre en 2020, esperamos un rebote de doble dígito el 2021, liderado por sectores como construcción y minería. El reto es que este rebote se traduzca también en una recuperación rápida de empleos de calidad. Sin duda, los principales condicionantes van a ser el manejo de la pandemia y el riesgo político.
– El PBI del año 2020 se derrumbó alrededor de 13 % debido a la crisis sanitaria y -según el BCR- se prevé una tasa de crecimiento de 11,5 % el 2021. ¿Es viable o demasiado optimista?
Pensamos que está dentro de lo razonable, y de hecho, dentro de la incertidumbre enorme que existe en el 2021, pensamos también que es el escenario más factible. Eso no quiere decir que no existan enormes riesgos a la baja, pero muchos de estos son perfectamente evitables.
– ¿El Perú alcanzaría el mayor crecimiento económico de la región?
Después de tener una de las caídas más fuertes de la región en 2020, es esperable que el rebote del 2021 sea también uno de los más pronunciados. Anticipamos que el nivel de producción regrese a sus niveles prepandemia en el 2022 y que el PBI per cápita recupere su valor de 2019 recién a partir de 2023 o 2024.
– Sin embargo, ¿qué puede ocurrir con un rebrote del virus, una segunda o tercera ola de la COVID-19?
Este es el riesgo más grande de mediano plazo. Nuevas medidas de confinamiento, sobre todo si no están bien estructuradas, tendrían un impacto inmediato sobre la recuperación. No quiero decir que no puedan ser necesarias o justificadas ante la presencia de una segunda ola, pero sí que hay que evaluar con cuidado las decisiones de restricción que se toman. Debimos aprender algo de lo que pasó en abril, mayo y junio.
– Además, el proceso electoral en marcha, con tantos candidatos presidenciales, genera incertidumbre, expectativa y hasta riesgo de radicalismo político en las propuestas.
Sin duda los procesos electorales en el Perú siempre generan incertidumbre, pero en el actual contexto de crisis y de tanta debilidad institucional la incertidumbre regular se multiplica. De cualquier modo, es probable que, aunque se elijan candidatos con tendencias más radicales en la primera vuelta, estos tengan que moderar su discurso para apelar al votante de centro durante la segunda vuelta. Lo hemos visto antes. Lo más riesgoso de lo que está en agenda es el cambio de Constitución.
– ¿Cuáles son los riesgos que enfrenta el país en una coyuntura electoral?
En lo inmediato, se genera mucha expectativa por los equipos de campaña, los potenciales equipos de gobierno y, por supuesto, las encuestas. Esto marca la tónica de los meses de verano, y algunas inversiones deciden ir adelante o no en función a ello. Por supuesto, el riesgo mayor es que en la campaña arrecie el populismo que hemos visto en los últimos meses y se haga un manejo irresponsable de las propuestas de política pública.
– ¿Por qué ha sido tibio el rebote económico de las regiones del sur?
El sur se contrajo casi 10 % en el tercer trimestre de 2020 en comparación con el mismo periodo de 2019. En el segundo trimestre había caído más de 25 %. Eso es una mejora de más de 15 puntos porcentuales entre el primer y el segundo trimestre. En parte la menor producción minera explica que la recuperación haya sido más lenta en la zona sur que la que sucedió, por ejemplo, en la zona centro, donde la mejora entre el segundo y el tercer trimestre en comparación con el año pasado fue de 23,4 puntos porcentuales.
– ¿Cuáles son las fortalezas y debilidades en la recuperación de Arequipa?
En el 2020 Arequipa retrocedió del puesto 2 al puesto 4 en el Índice de Competitividad Regional (Incore), que preparamos desde hace ocho años en el IPE. Mucho de esta caída se explica en retrocesos en el pilar institucional, donde destaca el bajo nivel de aprobación de la gestión del gobierno regional. Por otro lado, Arequipa es una región con muchísimo potencial en distintos frentes -turístico, agropecuario, minero, manufacturero-. Arequipa, de hecho, tiene la oportunidad de convertirse en hub para la región sur en distintas actividades.
– ¿Solamente la minería salvará a la región?
No diría que solamente, pero sí que la minería debe ser un aliado estratégico y fundamental para la reactivación de la región. Tanto los proyectos en marcha, como Cerro Verde, como los nuevos proyectos, el caso de Tía María, pueden aportar muchísimo al desarrollo regional en términos de empleo directo e indirecto, movimiento económico, impuestos, canon, etc.
– ¿Cómo puede Tacna potenciar su actividad económica local?
A pesar de los problemas, Tacna sigue siendo una región con enorme potencial y se mantiene como la tercera región más competitiva del Perú, según el IPE. Sus espacios de mejora están principalmente en el pilar institucional. Aprovechar sectores clave para la región, como minería y comercio, va a ser fundamental en el 2021.
– El cierre de la frontera ha derrumbado la economía regional, que vive del comercio y servicios, ante la ausencia de consumidores chilenos.
La región tuvo una caída de 8,1 % en el tercer trimestre, algo mejor que la caída promedio nacional, de 9,4 %. Es esperable que durante el 2021 los sectores de comercio y servicios transfronterizos se estabilicen progresivamente a niveles menores que el 2019, pero bastante mejores que el 2020, sobre todo en la medida en que Chile va más avanzado con la vacuna.
– La situación de Puno es más compleja debido a tan elevados índices de pobreza e informalidad.
Lo más difícil es siempre el bajo nivel de productividad. Como consecuencia se ven altos niveles de pobreza. Es indispensable tener, primero, una política agresiva de inversiones en la región y, segundo, priorizar la productividad del sector agrícola, donde trabaja una proporción muy significativa de la población. Mejores semillas, mejores técnicas de cultivo, fomento de la asociatividad -el caso de Cecovasa en Puno era interesante, por ejemplo-, infraestructura -como la conexión de Sandia-Carabaya con acceso a mercados-, entre otros, son parte de la agenda urgente.
– ¿Qué sugiere a las autoridades para que mejoren las condiciones de vida de la población?
Creo que hay que dejarnos de populismos y empezar a solucionar problemas reales. ¿Cómo llevamos agua donde falta? ¿Cómo terminamos esa carretera que está a medio construir hace cinco años? ¿Cómo promovemos la inversión productiva y responsable en sectores como agricultura o minería? Esos son asuntos reales en los que se hace la mitad de lo que se habla.
– Finalmente, ¿qué consejos brinda a las micro y pequeñas empresas en crisis para que no desaparezcan del mercado?
Creo que muchas empresas van a tener que enfrentar con valentía un proceso de reinvención. Si el modelo de negocio de 2019 ya no es sostenible en el 2021, no podemos aferrarnos al pasado. Mientras más nos demoremos en tomar decisiones, peor será. En sectores muy golpeados como el turismo, el cambio puede ser doloroso, pero tiene que hacerse.
*Máster en periodismo económico.