Después de 100 días de cuarentena, los pobladores y comerciantes de Ilave salen a las calles infringiendo las medidas de bioseguridad, sin portar mascarillas, sin respetar el distanciamiento social y poco a poco la ciudad collavina se va convirtiendo en tierra de nadie, porque las autoridades brillan por su ausencia.
Las ferias dominicales, ahora son ferias sabatinas, donde todo se vende y todo se compra, desde vehículos, prendas de vestir, hasta animales menores y comida en las calles.
Según manifiestan los pobladores de la zona, se nota que hay una separación entre el Gobierno local y las autoridades sanitarias que no hacen nada para impedir esta situación. Asimismo, los comerciantes señalaron que tienen que salir a vender para sobrevivir. «Prefiero morir con COVID-19, que morir de hambre» manifiesta una comerciante quien además dice ser madre soltera de tres niños y que si no sale a trabajar no come.
Por otro lado Abelardo Quispe Huanacuni, representante de los comerciantes del mercado San Miguel, afirmó que no se aplicarán las pruebas rápidas, “porque no son 100% seguras, que sí, se nos quieren aplicar pruebas para descartar COVID-19, que nos apliquen las pruebas moleculares. Mientras las calles de Ilave se llenan de gente por los mercados descentralizados”, anotó.
Hasta el momento el burgomaestre no se pronuncia al respecto solo da cuenta de su gestión a través de comunicados pero poco o nada en relación a la pandemia o al descontrol que habría en Ilave.